Nueva York, un importante bastión demócrata, puede terminar por ser decisivo para que los republicanos logren el control de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, después de que el partido conservador lograse este miércoles varios escaños adicionales en este estado y a pesar de unos resultados por debajo de lo esperado en otras zonas del país.
Con una campaña centrada en la inflación y el supuesto aumento de la criminalidad, los republicanos lograron en Nueva York sus mejores cifras en décadas, que complican a esta ahora las posibilidades demócratas de mantener la mayoría en la Cámara baja del Congreso.
Con los resultados que se conocían este miércoles, de los 26 escaños en juego en Nueva York, los republicanos tenían garantizada la victoria en 10 y estaban por delante en uno de los dos pendientes de resolverse, mientras que en el restante lideraba por muy poco el candidato demócrata.
Así, lo más probable es que los republicanos ganen al menos tres escaños en este estado con respecto a la cámara anterior, a pesar de que Nueva York ha visto recortada en un asiento su representación en la Cámara de Representantes tras el último censo y de que, inicialmente, los demócratas confiaban en aumentar su número de asientos.
Esos avances pueden terminar por ser decisivos en una batalla por el control de la Cámara baja que va a estar más apretada de lo que se esperaba inicialmente.
“Si los demócratas terminan perdiendo la Cámara, creo que puede decirse que la perdieron en Nueva York”, aseguraba hoy Nate Cohn, el jefe de análisis político de The New York Times, que consideraba que el partido de Joe Biden sería favorito para retener la mayoría si en Nueva York hubiese tenido un desempeño tan positivo como el que tuvo en el resto del país.
En el arranque de este ciclo electoral, los demócratas contaban con ampliar su representación en Nueva York gracias a un nuevo mapa electoral que aprobaron y que les favorecía en varios distritos que en el pasado habían sido republicanos o que estaban muy disputados.
Ese mapa, sin embargo, fue invalidado por un juez que lo consideró inconstitucional y que ordenó un nuevo reparto, mucho menos propicio para los demócratas.
Finalmente, los republicanos se impusieron en varios de los distritos más igualados, sobre todo en los barrios de la periferia de la ciudad de Nueva York, ganando por ejemplo los cuatro escaños en juego en la región de Long Island, que hasta ahora se repartían a partes iguales los dos partidos.
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La gran sorpresa llegó algo más al norte, en el valle del río Hudson, con la derrota del congresista Sean Patrick Maloney, el jefe de la campaña electoral demócrata a nivel nacional.
Los demócratas, por su parte, siguieron dominando en las ciudades y, sobre todo, en la Gran Manzana, aunque también allí vieron una erosión de su apoyo, sobre todo por el crecimiento de los republicanos en barrios con mayoría asiática y de ultraortodoxos judíos.
A pesar de los retrocesos, el Partido Demócrata conservará los principales cargos a nivel estatal, incluido el de gobernadora, donde Kathy Hochul se impuso a su rival Lee Zeldin, aunque con un margen escaso para un estado en el que hay más del doble de demócratas registrados que republicanos. EFE