Siguiendo un camino polvoriento, se llega a una finca simple y pequeña a las afueras de Montevideo, donde viven el presidente uruguayo José Mujica y su mujer, la también exguerrillera Lucía Topolansky, con Manuela, la ya famosa perra de tres patas.
'Lucía me ha hecho la vida posible', dice el mandatario. '¿Se arrepiente de no haber tenido hijos?', le preguntamos.
'Sí, lamento. Me dediqué a cambiar el mundo y (...) se me fue el tiempo', responde el presidente de 79 años, quien se encuentra ya casi al final de su mandato (2010-2015) en el que alcanzó una popularidad inusitada, similar a la de una estrella planetaria.
Su gran amor
En una sala minúscula, con pocos adornos -todos regalos, dice él- hay una foto en blanco y negro de una mujer joven con vestido. 'Es Lucía', aclara el presidente y sonríe.
- ¿Cómo es la vida en común de dos políticos, ambos del gobernante Frente Amplio (FA, izquierda), que se iniciaron en la lucha armada y terminaron presos?
'Es una dulce costumbre. Hablamos de política, de otras cosas, miramos fútbol, somos compañeros, somos amigos', cuenta este hombre que ha repetido en múltiples ocasiones que la 'única adicción válida es el amor'.
Admite que a veces puede ser complicado: 'Se producen muchos cortocircuitos cuando no estás sintonizado en los mismos temas'.
Pero aclara: 'Nosotros somos viejos militantes y estamos adaptados'.
Aunque sólo llevan más de cinco años casados, empezaron a salir poco antes de que él cayera preso por segunda vez en 1972.
Mujica no volvió a ver la luz hasta 1985. Pocas horas después estaba militando de nuevo y se reencontraba con Lucía Topolansky.
'Menos mal que la encontré a Lucía'.
- ¿Se apoyaron psicológicamente?
'Sí. Creo que sí. Y encajamos, pero ella es mucho más ordenada, (tiene) más cultura del hogar que yo. Tiene una arquitecta frustrada, vive siempre organizando cositas. Me ha hecho la vida posible', afirma.
Este presidente singular nació en un barrio obrero de la capital de Uruguay. A los siete años perdió a su padre, fue el comandante Facundo durante sus años de guerrillero en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, estuvo dos veces preso y tiene seis heridas de bala en su cuerpo.
- La cara femenina del acontecer -
'Lucía vive tapando los agujeros, organizando. De vez en cuando se hace tiempo para cocinar una pizzita, hay una cara femenina del acontecer que si no existe estamos perdidos', refiere.
No cabe duda que Lucía es la que ordena y limpia su pequeña casa -no tiene más que unos 45 m2- con un techo de zinc verde en el Rincón del Cerro.
Se niega a tener empleados. 'Si me pongo en presidente, tengo que tener tres o cuatro sirvientas que me atiendan. No me puedo levantar de noche en calzoncillos para ir al baño, porque todo es complicado'.
A lo lejos resuena una lavarropa y, en la sala, la leña tragada por el fuego.
'No somos iguales, somos complementarios'.
'Hay una visión femenina y una visión masculina, y la más difícil de sustituir es la femenina. He visto mujeres solas que viven decentemente. Hombres solos que viven decentemente es prácticamente imposible', agrega.
El mandatario ha reconocido que su madre, Lucy Cordano, fue una especie de mentora política. Según el libro 'Comandante Facundo', de Walter Pernas, ella siempre supo que su hijo iba a ser presidente.
'Mi padre se murió a los siete años, y soy hijo de una doña muy dura, muy fuerte', narra.
'Tal vez haya quedado medio traumatizado con la figura femenina. Figura femenina que agarraba una bolsa de 50 kilos de portland (cemento) y se la ponía abajo del brazo', bromea.
¿Es Lucía así de fuerte?, le preguntamos.
'No, Lucía es delicada, es otra cosa', responde y se queda pensando.
'Fue un hallazgo que en una etapa de la vida nos encontráramos', insiste.
Perros
Otras iniciativas promovidas por el mandatario, como aceptar recibir presos de la cárcel de Guantánamo y a niños refugiados sirios, han sido cuestionadas por la oposición política uruguaya, que lo acusan de estar trabajando para ganar el Nobel.
“Siempre van a decir cosas. Lo de Guantánamo a mí me pareció que era un deber, porque me pasé toda la vida dándole en contra (a la cárcel), y cuando aparece un presidente que quiere hacer algo positivo ¿qué voy a hacer?”, señala.
En la misma línea defendió su plan de que llegue al país, a partir de setiembre, un centenar de refugiados sirios.
“Pienso que los pobres de África no son de África, son de la humanidad, y los gurises (niños) que están desparramados por ahí también. El mundo rico, así como las clases más acomodadas, pasan al lado del dolor y no lo quieren ver. Los perros de Europa y Estados Unidos comen mejor que muchísimos africanos. Yo creo que los pobres del mundo son del mundo entero, frente a esos problemas tenemos responsabilidad entera”, cuestiona.
“Uruguay no va a resolver (el problema), pero lo que queremos decir al resto de los países de América es 'vamos a hacernos cargo de algo de eso'. Me dicen: ¿por qué no te encargás de los niños pobres de Uruguay? Lo que se hace por los niños de Uruguay tal vez no será suficiente pero no están en el medio de una guerra. Nos salta el piojo egoísta de adentro”, enfatiza este exguerrillero de 79 años.