06/12/2025
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Procesión del Carnaval trata de exorcizar demonios en Brasil

  • 10 febrero 2018 /

Los cariocas tratan de olvidar los problemas de intolerancia, violencia y corrupción en medio de un ambiente de celebración

Río de Janeiro, Brasil

El más antiguo 'bloco' carnavalesco de Rio de Janeiro celebró el sábado su centésimo desfile con una multitudinaria procesión en la cual la tradicional alegría carioca exorcizó los demonios que espantan a la ciudad y a todo Brasil: la intolerancia, la corrupción y la violencia.

El 'bloco', 'Cordao da Bola Preta' (Cordón de la Bola Negra), reunió a centenares de miles de personas, disfrazadas de las maneras más estrafalarias, que avanzaron al ritmo de las 'marchinhas', emitidas por cuatro camiones de sonido a lo largo de la Avenida 1º de Marzo, en un barrio donde se codean el Rio colonial y el moderno.

Para muchos, el desfile de este año fue un respiro y un desahogo.

'Desgraciadamente, Rio de Janeiro está tomado por la violencia, pero acá estamos para combatir eso, con nuestra alegría, con nuestra sencillez', afirmó Marcelo Negrao, un cantante de 51 años.

El sambista llevaba un disfraz difícilmente definible: zapatillas deportivas, tutú de bailarina, musculosa de atleta, barba (real), peluca verde y abanico chino. 'Es una mezcla de todo cuanto usted pueda imaginar: el carnaval de hoy es eso, todo se improvisa', explica.

Un poco más lejos, cuatro muchachos con gorros de baño recortados como cáscaras de huevos recién rotas asoman detrás de un cartón, que imita el frente de una camioneta. 'Este es un coche típico del suburbio de Rio de Janeiro, que pasa vendiendo 30 huevos a 10 reales. Todo el mundo corre para comprar', cuenta Diego Phelippe, uno de los 'cascarones', de 32 años, que el resto de año es agente de seguridad.

Diego Phelippe es un fiel de Bola Preta desde hace diez años.

Foto: La Prensa

La alegría del carnaval ayuda a los brasileños a olvidar temporalmente de sus problemas. Foto: AFP
'Es el 'bloco' más tradicional de Rio de Janeiro. Aquí están todas las clases sociales, uno se siente bien', comenta.

Centenares de 'blocos' recorren las calles de Rio los días previos y posteriores al carnaval, en paralelo a los desfiles del Sambódromo, más conocidos internacionalmente pero considerados menos democráticos, por tener accesos pagos.

'En el 'bloco', el pueblo está en la calle, sin elitismos', destaca Janete Pimenta, una bailarina de 44 años, que desfila con una toca de monja, short negro y medias caladas.

Para muchos, el carnaval callejero es un momento de respiro ante una realidad que no da tregua: 'La situación de violencia de Rio es la peor que hayamos vivido en todos los tiempos', sentencia Phelippe.

Rio es un estado prácticamente en bancarrota, con sus últimos gobernadores presos o acusados de corrupción y un nivel de violencia vinculada al narcotráfico que obligó al gobierno a enviar al ejército para tratar de recuperar el control de la situación.

El carnaval se vio además en medio de polémicas tras la elección del alcalde Marcelo Crivella, un exobispo evangélico, que trató de restarle prestigio a una fiesta propensa a todos los excesos.