Los 'atascos' de alpinistas provocados por el gran flujo de montañistas en la denominada 'zona de la muerte' en la cima del Everest se cobraron la vida de diez personas este año.
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Se trata de la temporada más cruenta en el Everest desde 2015. El año pasado murieron cinco personas. Al menos cuatro de los decesos de esta temporada se atribuyen a los atascos, que hacen perder un tiempo precioso y aumentan los riesgos de congelación, agotamiento y mal de altura.
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La alpinista canadiense, Elia Saikaly, compartió una impactante imagen del atasco en la cima, donde se puede observar el cuerpo de un escalador mientras el resto sigue en la fila para llegar al pico de la montaña.
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'No puedo creer lo que he visto allá arriba. Muerte. Colas. Caos. Cadáveres en el camino y en las tiendas del campamento 4. Gente a la que intenté convencer de volver, pero que acabó muriendo' dijo Saikaly.
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El irlandés Seamus Lawless 39, es otra de las víctimas tras sufrir una caída durante su descenso del Everest.
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Los alpinistas se aglomeran en la cima del Everest a finales de cada mayo, cuando se acaba la llamada 'ventana de oportunidad', el periodo de escasas semanas en el que las condiciones son menos extremas.
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La alpinista india Anuja Vaidya, de 21 años, que alcanzó la cumbre el miércoles pasado, afirmó que su equipo tuvo que esperar más de una hora en el descenso porque había una hilera de montañeros en el camino.
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Debido a estos atascos, 'las botellas de oxígeno de muchos montañistas se agotan' explicó Chauhan, que está recibiendo curas en Katmandú tras congelarse la mano izquierda. 'Algunos alpinistas han muerto debido a su propia negligencia. Insistían en llegar a la cima cuando su oxígeno se reducía, lo que ponía en peligro sus vidas', asegura.
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Este fin de temporada, con el calentamiento global derritiendo los glaciares, fueron recuperados cuatro cadáveres y se recolectaron diez toneladas de basura entre los campamentos base y 4, a casi 8.000 metros de altura, informaron este lunes las autoridades de Nepal.
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Un equipo integrado por 14 miembros, enviado por el gobierno, dedicó unas seis semanas para recolectar la basura entre los campamentos base y 4, recolectando latas vacías, botellas, plásticos y equipos de alpinismo abandonados.
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Helicópteros y porteadores del ejército llevaron la basura hasta Namche Bazar, la última ciudad importante en la ruta hacia el monte Everest. Las autoridades destacaron que parte de ésta será enviada a la capital Katmandú para ser reciclada.
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Según las autoridades de Nepal, cada vez hay más alpinistas que gastan pequeñas fortunas en sus escaladas sin prestar atención a la desagradable huella que dejan detrás.