16/07/2025
12:13 AM

'Si volviera a nacer volvería a ser cura sin pensarlo”: padre Porfirio Ruiz

San Pedro Sula, Honduras.

El padre Porfirio Ruiz es un hombre sencillo con un corazón de oro. Los sampedranos lo saben, pero también los ceibeños, los panameños y los salvadoreños con quienes ha compartido en sus 50 años de sacerdocio que se cumplen hoy.

Adonde llega deja huella por su labor humanitaria y su forma de ayudar a los más necesitados. Actualmente lo hace como vicario en la parroquia Corazón de María en el Sector Rivera Hernández, desde donde realiza su vida misionera a través de sus obras sociales como el dispensario médico en Asentamientos Humanos, el programa Madres maestras y la primera guardería del sector.

“Me siento gozoso en esta humilde zona y doy muchas gracias a Dios, a los Claretianos y a las comunidades con las que voy compartiendo mi tarea misionera”, dice el sacerdote.

El padre Porfirio Ruiz con monseñor Jaime Brufau y el padre Elías Ruiz cuando cumplieron 25 años de sacerdocio.
Nació en Revenga de Campos, Palencia, España el 17 de diciembre de 1938. Han pasado 78 años y con una emoción que desborda, el padre Porfirio dice muy convencido que ha tenido sus mejores 50 años.

“Si volviera a nacer volvería a ser cura sin pensarlo. La vocación sacerdotal es tan bonita y es tan cercana a la gente que me siento orgulloso por mi vocación”.

Cuando habla de Honduras el vicario se emociona y asegura que su gente es especial y considera que el papel del sacerdote es especial.

El cardenal Óscar Andrés Rodríguez también compartió con el padre Porfirio.
Procede de una familia muy clerical donde hay hermanos y un sobrino sacerdotes y una monja. “El señor nos bendijo porque tuvimos unos padres religiosos y siempre quise ser sacerdote misionero, por ello, un año después de que me ordené, el 10 de julio de 1966, había una oportunidad de venir a Honduras y yo dije yo voy, vine por tres años y llevo 48”, recuerda sonriendo.

“Estoy celebrando los 50 años y lo más bonito es que toda la gente que me conoce quiere celebrarme, quiere darme algo y ya me tienen loco de tanta invitación. No importa lo que coma, lo impresionante es la bondad de las personas”, dice. En su recorrido, el sacerdote tiene una serie de anécdotas, entre ellas, lo que representa el cáliz que usan en la iglesia Guadalupe de donde fue párroco.

“Un día paseaba yo por la Gran Villa en Madrid lo vi y me enamoré de él, pero costaba mucho dinero, yo decía -me gustaría para la parroquia- y al final lo compré y me lo traje. Es el que utilizan y cada vez que lo miro me siento orgulloso y me dan ganas de llevármelo”. De Honduras hay cosas muy bonitas por decir. Mis hermanos siempre me han visitado adonde estoy y Honduras es el único país donde han repetido la visita porque la gente es maravillosa y da su corazón, dice.

Foto: La Prensa

El sacerdote con el obispo Ángel Garachana.
Vistiendo camiseta y manejando su carro, el sacerdote llegó puntual a la entrevista. A sus 78 años no usa lentes porque dice que todavía mira. Una feligrés le regaló un par de anteojos que son los que usa para leer la Biblia.

“El señor me mantiene, dos de mis hermanos ya murieron y mi hermana monja también. Hay uno que vive en España y yo que seguiré haciendo la tarea que se me ha encomendado”. Hoy es un día festivo para todos, y no es para menos, son las bodas de oro de un presbítero claretiano que con su sencillez marca la diferencia.

En sus 50 años ha compartido con personas de todos los estratos y ha celebrado con todos porque dice que no importa la comida sino el corazón con el que se comparte.

Foto: La Prensa

El padre Ruiz con un grupo de damas sampedranas.