Desde tempranas horas de la mañana en la comunidad de Sambo Creek, Luis Fernández se levanta junto a sus hijos y esposa para trabajar en la elaboración de muebles hechos de madera reciclada. Sus creaciones a diferencia de otras, llevan impregnados reseñas de arte de la cultura garífuna.
Desde rostros, tradiciones y paisajes, el artesano dibuja hermosos bosquejos que adornan las mesas que construye. Los bocetos artísticos son hechos por el emprendedor carpintero, pero en la elaboración de los muebles trabajan todos los miembros de su familia. Cada uno de los tableros que fabrican vienen con sillones que luego venden a los restaurantes locales u otros negocios. Estos juegos de comedor son construidos de manera meticulosa mediante un proceso en el que son pulidos y por último barnizados. En su pequeña empresa además elaboran todo tipo de adornos a partir de las sobras de madera como ser joyería, adornos, réplicas, armarios y collares.
Negocio de familia
El taller lo han nombrado como a su hija menor, Niricha, de seis años. Junto a su hermano, Jonathan Lois se encargan de ofrecer las artesanías y joyerías al salir de la escuela después del mediodía. El hijo mayor Jefrey se encarga de darle forma a los muebles y sillas que elabora su papá. Una vez que el artesano corta la madera, sus hijos varones le ayudan a terminar los trabajos. Jonathan se encarga del pulido y acabado mientras que Jefrey le da forma a las mesas y sillas. Luego de que son esculpidas las obras, les aplican barniz y las dejan secar bajo el sol. Su esposa, Jocelin Güity también ayuda con la elaboración de joyas y acabados. El toque artístico que llevan las mesas son trazados por Luis con pirógrafo eléctrico. Con esta herramienta no solo hace los dibujos sino que también le agrega sombreados.
Los artículos están a la venta de lunes a viernes durante todo el día, pero los domingos cierran a las 5:00 pm porque asisten a la iglesia. “Todo se lo debemos a Dios y por eso somos devotos cristianos”, expresó el artífice.
Sin apoyo
Don Luis lamenta la falta de apoyo que reciben los habitantes de la comunidad. Él después de muchos años de trabajar como carpintero, levantó su microempresa en la casa donde reside con su familia.
“Poco a poco hemos ganado clientela y ahora trabajamos con encargos”, dijo. Las personas que pasan por la carretera se detienen a observar sus creaciones y se quedan maravillados con su originalidad. Las mesas y los sillones los puede hacer al gusto del cliente y además, dibujar sobre estos el arte que le pidan. Con sus productos, Fernández espera llevar un toque de su cultura a quienes los adquieran.