Tegucigalpa, Honduras.
Luego de comprobar que los cultivos de hoja de coca sí son aptos en tierras hondureñas, ahora los carteles del narcotráfico ven a Honduras como un potencial productor de cocaina.
En el departamento de Olancho, el año anterior la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (Dlcn) encontró dos extensas plantaciones de hoja de coca que se adaptaron a la altura y clima de la zona, una en el municipio de Esquipulas del Norte y otra en Gualaco.
“Son los carteles colombianos los que están probando con los cultivos, esperan establecer si el terreno y el clima en Honduras son propicios para el cultivo de esta planta y ahorrarse el flete desde Sudamérica.
Los análisis científicos nos apuntan a que la apuesta ahora es cultivar la planta de coca”, dijo uno de los agentes de la Dlcn.
Con esta conclusión de los agentes antinarcóticos también coinciden analistas guatemaltecos y hondureños, así como autoridades, quienes ven que con esos indicios hay un cambio en la delincuencia transnacional.
“Si este tipo de cultivos se expanden a Centroamérica modificaría la geopolítica del narco, y convertiría a la región en una nueva Colombia y Bolivia, pues está más cerca del principal mercado de consumo, que es Estados Unidos”, explicó Edgar Gutiérrez, un analista guatemalteco.
Autoridades de Seguridad del vecino país también confirmaron que en Guatemala hay zonas aptas para el cultivo de la coca.
Fusina y la Dlcn desmantelaron un laboratorio de cocaína.
Recomposición
La búsqueda de mejores opciones para producir este cultivo es lo que ha movido a los narcos a implementar estos sembradíos en Honduras, para lo cual hicieron, según la Dlcn, estudios de suelo y polinización.
“Son los bosques húmedos y muy húmedos subtropicales los terrenos ideales para el cultivo de coca, donde la altitud óptima es de mil a dos mil metros, y es Olancho el departamento donde se generan las mejores condiciones”, explicó un agente de inteligencia en Honduras.
Pero no es casualidad que el narco decida que tanto Honduras como Guatemala sean territorios para cultivar la droga, montar sus laboratorios y procesar la coca.
“Esto no se trata de experimentos ni de ensayos, como lo aseguran las autoridades, esta gente no va a sembrar solo por experimentar.
El crimen organizado es capaz de pagar a los mejores ingenieros forestales y no se van a arriesgar así nomás, si la están sembrando, no es experimento, es porque la están produciendo en Honduras”, aseguró Gonzalo Sánchez, un criminalista hondureño.
Momento en que quemaban las plantaciones de hoja de coca descubiertas en Olancho en 2017.
Interés por las tierras
Un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), del año 2017, revela que la pérdida de cientos de hectáreas de bosques en Guatemala, Honduras y Nicaragua es debido al tráfico de cocaína.
“A través del tráfico de drogas se compran tierras con el fin de blanquear el dinero mediante la tala ilegal y la ganadería, también se abren pistas de aterrizaje y se perjudican importantes zonas de estos tres países que sufren los embates del tráfico ilícito de cocaína y la deforestación de su zona”, declara Luis Peñaranda, miembro de la junta internacional en Perú.
El informe agrega que las áreas abandonadas de los países del Triángulo Norte son los puntos de interés de las agrupaciones criminales, donde los pobladores por la falta de empleo convierten los cultivos de coca en su medio de supervivencia.
“Este proceso puede convertir a nuestros países en productores, eso aumentaría la competitividad entre los diferentes carteles y significa que habría más violencia”, señala Raúl Pineda Alvarado, experto en el tema.
Se calcula que entre el 15 y el 30%, o sea, aproximadamente de 1,500 a 3,000 hectáreas, son las pérdidas de bosque que se reportan en Guatemala, Honduras y Nicaragua en la última década y que, según la Jife, fue ocasionada por el tráfico de cocaína.
Lo más grave es que entre el 30 y el 60% de esa pérdida ocurrió en zonas boscosas protegidas.
“El fenómeno de la deforestación debido al tráfico de cocaína se ha observado en toda la subregión, pero en los demás países de Centroamérica es menos grave que en Honduras”, puntualiza el informe de la Jife.
Luego de comprobar que los cultivos de hoja de coca sí son aptos en tierras hondureñas, ahora los carteles del narcotráfico ven a Honduras como un potencial productor de cocaina.
En el departamento de Olancho, el año anterior la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (Dlcn) encontró dos extensas plantaciones de hoja de coca que se adaptaron a la altura y clima de la zona, una en el municipio de Esquipulas del Norte y otra en Gualaco.
“Son los carteles colombianos los que están probando con los cultivos, esperan establecer si el terreno y el clima en Honduras son propicios para el cultivo de esta planta y ahorrarse el flete desde Sudamérica.
Los análisis científicos nos apuntan a que la apuesta ahora es cultivar la planta de coca”, dijo uno de los agentes de la Dlcn.
Con esta conclusión de los agentes antinarcóticos también coinciden analistas guatemaltecos y hondureños, así como autoridades, quienes ven que con esos indicios hay un cambio en la delincuencia transnacional.
“Si este tipo de cultivos se expanden a Centroamérica modificaría la geopolítica del narco, y convertiría a la región en una nueva Colombia y Bolivia, pues está más cerca del principal mercado de consumo, que es Estados Unidos”, explicó Edgar Gutiérrez, un analista guatemalteco.
Autoridades de Seguridad del vecino país también confirmaron que en Guatemala hay zonas aptas para el cultivo de la coca.

Recomposición
La búsqueda de mejores opciones para producir este cultivo es lo que ha movido a los narcos a implementar estos sembradíos en Honduras, para lo cual hicieron, según la Dlcn, estudios de suelo y polinización.
“Son los bosques húmedos y muy húmedos subtropicales los terrenos ideales para el cultivo de coca, donde la altitud óptima es de mil a dos mil metros, y es Olancho el departamento donde se generan las mejores condiciones”, explicó un agente de inteligencia en Honduras.
Pero no es casualidad que el narco decida que tanto Honduras como Guatemala sean territorios para cultivar la droga, montar sus laboratorios y procesar la coca.
“Esto no se trata de experimentos ni de ensayos, como lo aseguran las autoridades, esta gente no va a sembrar solo por experimentar.
El crimen organizado es capaz de pagar a los mejores ingenieros forestales y no se van a arriesgar así nomás, si la están sembrando, no es experimento, es porque la están produciendo en Honduras”, aseguró Gonzalo Sánchez, un criminalista hondureño.

Interés por las tierras
Un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), del año 2017, revela que la pérdida de cientos de hectáreas de bosques en Guatemala, Honduras y Nicaragua es debido al tráfico de cocaína.
“A través del tráfico de drogas se compran tierras con el fin de blanquear el dinero mediante la tala ilegal y la ganadería, también se abren pistas de aterrizaje y se perjudican importantes zonas de estos tres países que sufren los embates del tráfico ilícito de cocaína y la deforestación de su zona”, declara Luis Peñaranda, miembro de la junta internacional en Perú.
El informe agrega que las áreas abandonadas de los países del Triángulo Norte son los puntos de interés de las agrupaciones criminales, donde los pobladores por la falta de empleo convierten los cultivos de coca en su medio de supervivencia.
“Este proceso puede convertir a nuestros países en productores, eso aumentaría la competitividad entre los diferentes carteles y significa que habría más violencia”, señala Raúl Pineda Alvarado, experto en el tema.
Se calcula que entre el 15 y el 30%, o sea, aproximadamente de 1,500 a 3,000 hectáreas, son las pérdidas de bosque que se reportan en Guatemala, Honduras y Nicaragua en la última década y que, según la Jife, fue ocasionada por el tráfico de cocaína.
Lo más grave es que entre el 30 y el 60% de esa pérdida ocurrió en zonas boscosas protegidas.
“El fenómeno de la deforestación debido al tráfico de cocaína se ha observado en toda la subregión, pero en los demás países de Centroamérica es menos grave que en Honduras”, puntualiza el informe de la Jife.