27/04/2024
05:37 AM

El 90% de prostitutas en Tapachula son hondureñas

Hay 3,500 bares y cantinas donde laboran hondureñas.

    Tapachula, Chiapas.

    En esta ciudad mexicana, ubicada en la frontera sur, los miles de migrantes que se han ido concentrando están acorralados por los agresivos operativos migratorios y la estricta vigilancia de la Guardia Nacional y atrapados en la necesidad de trabajar en lo que sea para subsistir.

    La situación es más difícil para la mujer migrante. En esta gran ciudad en Chiapas hay 15 zonas de tolerancia, donde las cantinas, bares diurnos o nocturnos, cabarets, table dances, centros nocturnos y centros botaneros reúnen a una gran cantidad de hondureñas. Un informe del Centro de Dignificación Humana sobre trata de personas en Tapachula revela que el 90% de las mujeres que se desempeñan como meseras y ficheras, como se les llama, son hondureñas.

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    Dato
    Mil pesos mexicanos es el consumo mínimo que exigen a sus clientes las sexo servidoras en los bares, casas de citas y cantinas en Tapachula.

    En las calles las mujeres hondureñas esperan acaparar clientes.

    Para 2006 había 1,552 cantinas, bares o puntos de venta de bebidas embriagantes, pero actualmente, de acuerdo con el informe, son más de tres mil. Algunos operan con permiso y otros en la clandestinidad. Hay sitios con ambientes climatizados abiertos las 24 horas del día, pero otros apenas alcanzan las condiciones mínimas y son los puntos de encuentro para bebida y sexo.

    Se estima que en todo el municipio, en los cuatro puntos cardinales y en un radio menor a 10 cuadras, cualquier persona puede acceder de manera libre y sin restricción a negocios de este giro. Las hondureñas son acaparadas en Tapachula, pues las estigmatizan de que solo sirven para trabajar en bares.

    Dato
    Casas de citas son exclusivas y, según datos, acuden funcionarios mexicanos de alto nivel, así como miembros del crimen organizado.

    La red incluye taxis que llevan a los clientes a los lupanares.

    “Cuando una mujer pide trabajo y es de Honduras le dicen que vaya a trabajar a un bar. Si llega a trabajar en una zapatería o taquería las marcan, las mandan a un bar... entonces desde allí se da el mensaje de que las hondureñas solo sirven para estar en un bar, y eso no es correcto; pero es lo que en Tapachula está pasando”, explicó Luis García Villagrán, del Centro de Dignificación Humana en Chiapas.

    Las acusan.

    Por el delito de trata de personas, 23 hondureñas permanecieron detenidas en el Centro de Reinserción Social Femenil Número 4 en Tapachula.

    Su delito fue trabajar en bares, ganarse la vida “fichando” y las criminalizaron, denunciaron organizaciones de derechos humanos y defensoras de migrantes.

    “En 2015 había 96 mujeres privadas de libertad, 23 hondureñas acusadas por el delito de trata de personas; el resto era de El Salvador y Guatemala. Para 2017, solo una permanecía en reclusión; nunca hubo elementos para corroborar que cometieron el delito, fueron acusaciones falsas”, expresó García Villagrán.

    Son 15 zonas de tolerancia las que se ubican en Tapachula, lugares donde predominan hondureñas como ficheras.

    La falta de pruebas e irregularidades en las investigaciones fueron notorias. A las mujeres, denunciaron, las torturaron para confesarse culpables y nunca se les respetó su derecho al debido proceso y su presunción de inocencia, aseguraron. “Mire, es fregado porque a uno lo buscan para supuestamente trabajar, acompañar gente incluso en fiestas, pero somos engañadas. Muchas veces, los supuestos clientes son policías, y cuando caemos en las mentiras nos obligan a subir a una camioneta, nos amenazan. Así nos llevan, nos hacen firmar un papel en blanco y luego nos presentan como parte de un exitoso operativo contra la trata de personas por explotación sexual comercial”, narró Maribel, una de las afectadas.

    Las hondureñas son las preferidas por los dueños de cantinas y casas de citas.

    Sin opción. En el parque, Alba, oriunda de Puerto Cortés, dijo a LA PRENSA que buscan los bares porque no tienen otra opción. “No es bonito que te toque un cliente, hay que tener estómago para soportar esto. Trabajo por necesidad de mis hijos, ya que me permite una vida digna. Aquí solo vemos la estabilidad de los hijos, pero al menos estoy mejor que en Honduras, ya que allá no nos dan opciones”.

    Las hondureñas “están fichando”, es decir, se sientan con un cliente, le cobran la cerveza de 70 hasta 120 pesos ($5 a 10), según el caso. El 70% o más de ese costo va a los bolsillos del dueño del bar y el 30% es para la llamada mesera. Bajo este precio es posible establecer un acuerdo para ejercer distintas modalidades de actividad sexual, en algunos casos con el consentimiento de la mujer y en otros con algún tipo de presión. En Tapachula, cada bar o cantina explota laboral y sexualmente de 10 a 15 personas, por lo que se estima que hay unas 30,000 víctimas en potencia. De ellas, el 90% son hondureñas, las que están en los focos rojos de la línea de prostitución.