'La política me hizo volver al colegio”: Osman Chávez

San Pedro Sula, Honduras.

El sueño de cambiar la cabaña de manaca de su madre por una casa de bloques lo hizo realidad Osman Chávez gracias al fútbol. En la aldea garífuna de Guadalupe, Colón, donde nació, se fajó pescando y vendiendo pan de coco y casabe que elaboraba su mamá.

Prefería el sol a la lluvia porque en invierno sentía por la noche las gotas de agua que se colaban por el techo de manaca y caían sobre su cara. No se imaginaba el cipote que con el tiempo se convertiría en futbolista de primera división, predicador y diputado.

Son dos mundos diferentes. Como diputado hay que aprender las normas parlamentarias, eso requiere mucho estudio. En el fútbol es más suave y no hay peligro de afectar al pueblo con una mala jugada.

Nunca. A temprana edad vine a los pies de Cristo. No tuve tiempo para esas cosas, tuve una juventud sana, ni siquiere fumé.

Sí, por ser garífuna a través del fútbol llevé experiencias desagradables. Yo no sabía por qué decía la gente dame un número del uno al diez (cuando miraba a un moreno). No sufrí trauma para nada, solo tristeza de que exista lo racial, eso sí me indigna.

Pescando y vendiendo pan de coco y casabe que hacía mi mamá. Tomaba un bus que iba para Trujillo y de allí me iba en tren a los campos bananeros a vender pescado frito. Nunca estrené ropa porque, como era el menor de tres hermanos, todas las mudadas que ya no les quedaban a ellos, mi mamá las guardaba para mí. Mi sueño era salir de allí para superarme y comprarle una casa a mi mamá. Yo miraba que llegaba Calucha Fernández en carro y pensé que yo también podía ser como él.

Al final, el partido entendió mi posición y me dieron el beneficio de la duda. Yo no estaba listo para integrar la junta directiva del Congreso (como quería el PAC). Yo sé entender los tiempos, y este no era el mío, aunque sé que era una linda oportunidad. No quería estar como pollito comprado (como vicepresidente).

Nos agarró de sorpresa a todos, sobre todo a mí que estuve cerca de ellos, ya que eran buenas personas como dirigentes. No pasó por mi cabeza que las cosas fueran por ese lado, siempre tuve un buen concepto de ellos.

Eso nace cuando me vengo de mi pueblo y llego a Puerto Cortés. Por ese tiempo estaba una novela que se llamaba El niño que vino del mar. Entonces me relacionaron con ese niño porque no creían que yo tuviera solo 15 años, por mi estatura. Después me decían Bebé, hasta que Andino y Elmer Zelaya terminaron diciéndome Tierno.

No he sido mujeriego. No tuve tanto tiempo para andar en el mundo. Es cierto que uno por ser jugador a veces es asediado por las mujeres, pero yo he estado en Cristo y no me contagié con esa cuestión de las faldas, ni cuando estuve solo en China.

Tener la posiblidad de prepararnos para optar a una candidatura presidencial, ya que estoy en política debo pensar en alto. Así como corrimos en la cancha vamos a correr para defender cada letra y cada punto de la Constitución, y eso nos va a abrir la posibilidad de una candidatura presidencial; pero tenemos que prepararnos primero. La política me hizo volver al Instituto Politécnico para retomar la carrera de Comercio que dejé cuando me prestaron para Motagua en 2007. Mi meta después es estudiar Derecho.

Estamos trabajando en algunos proyectos, pero no los digo porque me pueden robar la idea. Lo que puedo adelantar es que están enfocados en salud gratuita aportante a la educación. Hay cuatro pilares en los que descansan mis apuestas: seguridad, deportes, salud y educación.

Sería carpintero porque toda mi familia se dedicó a la carpintería. Yo también trabajaba la madera con un tío mío. Manejaba los tornos y las sierras. Muchos de mis amigos que llegan a Guadalupe (su aldea natal) y les enseño los cortineros y los muebles que yo hice en varias casas no me creen.

La impuntualidad. Anuncian la sesión para las tres de la tarde y va comenzando a las cuatro. Como futbolistas a nosotros nos decían que el entrenamiento era a las tres y a esa hora empezaba. No estoy acostumbrado tampoco a los pleitos y esos relajos que se arman, pero me parece que hasta cierto punto son normales por la diversidad de criterios, aunque creo que hay algunas personas que se salen del cerco. Pienso que hasta para enojarse hay que ser caballero. Debemos saber pelear nuestras posiciones.

Primero, vivir en Cristo. Recuerdo cuando yo le dije a Cristo que entrara en mi corazón. Ver el escudo de la Champions y jugar una Uefa (Liga de Campeones) con jugadores que solo había visto en la televisión. Ver a mi hijo en mis brazos y ver la casa que le hice a mi madre en mi pueblo.

Después de que alguien me preguntó: ¿qué has hecho por ganarte el cielo? En mi vida no había talento ni zapatos, había sueños, pero no esperanzas. Ahora predico en conferencias, en Estados Unidos, en iglesias. Me apasiona el hecho de ser consejero matrimonial.

Me peleo por las dos. En mi casa siempre comíamos harina, puedo decir que me crié con harina y con machuca.

Me sentí preocupado al ver cómo bajaban los votos, pero luego me tranquilicé y dije: que sea lo que Dios quiera.

Siempre iba a Puerto Cortés a buscar un buen plato de sopa, pero un día pensé por qué mejor no busco un lugar aquí para poner mi propio restaurante y de paso fomento lo nuestro, así surgió Sabor Garífuna.

No, lo hace una chef que traje de mi pueblo, yo solo dirijo. La especialidad es la sopa Volveré, que lleva coco natural y mariscos, y se le pone un toque especial para que el cliente vuelva.

No es correcto. No podemos usar el dinero del pueblo para financiar ningún equipo. Hay que invertir en el deporte, pero hay otras vías.

Solo me someto a la Palabra de Dios y a la Constitución. Soy temeroso de las reglas y las autoridades. Respetemos la palabra independencia para que no haya ingobernabilidad.