La actitud de dejar hacer y dejar pasar asumida por los policías y otros operadores de justicia en Colón para no enfrentar por temor al narcotráfico en la asimétrica guerra que libran contra ese flagelo demuestra el poderío que tienen las organizaciones criminales en esta zona. Esa posición que en muchos agentes llega al extremo del contubernio es incentivada por la falta de una política de Estado para hacerle frente a ese problema en este departamento.
Es común oír a los oficiales y a sus subalternos que no se atreven a perseguir a los miembros de las estructuras criminales de la droga porque lo más probable es que les quiten la vida en vista que no tienen las condiciones de seguridad y logística necesarias, las cuales son superadas por los narcotraficantes.
“Aquí yo no me meto a andar queriendo capturar a los narcotraficantes fuertes, ahora si planchan ni modo hay que detenerlos”, dijo un oficial.
El poder de las organizaciones de la droga es tal que la propia jefa de fiscales en Tocoa, Arody Reyes, dijo que han llegado a una escala inmanejable. Una de las desventajas que tienen los policías al practicar los registros en las carreteras es que los hacen manuales sin la ayuda de tecnología y de perros amaestrados, por lo cual los resultados de decomisos son bajos.
Regalías
Es común ver en esa zona circular carros de lujo blindados en los que se transportan jefes de las bandas del narcotráfico, quienes acostumbran regalarle dinero a los agentes cuando están en los retenes.
Eso no es considerado ilegal ni malo para los agentes porque los capos no tocan la droga y siempre andan sus vehículos y los de sus guardaespaldas con los papeles en regla al igual que sus armas y cuidan cada detalle para evitar caer en cualquier ilícito.
Muchos de los vecinos de las comunidades ubicadas en los corredores de la droga de Colón asumen una actitud de colaboración con las bandas crimimales, unos por temor y otros porque prestan sus servicios al narcotráfico que se ha hecho un modus vivendi en la zona.
Según las autoridades, en las operaciones para recoger la droga cuando caen avionetas participan personas que conocen la zona y sus puntos ciegos de salida. Lo mismo sucede cuando llegan lanchas con cocaína.
La falta de presencia policial con buena logística en esas zonas es otra de las grandes ventajas que tienen los narcotraficantes para operar prácticamente a sus anchas en los ejes carreteros y propiedades privadas que utilizan como pistas de aterrizaje.
Una de las situaciones que también limita la reacción de la Policía es que los sitios donde las avionetas caen son distantes de las pocas postas que hay en las zonas y los efectivos se tardan más de dos horas en llegar al lugar del aterrizaje por las distancias y por el mal estado de las vías.
Sale cocaína y entran dólares
Al caer una avioneta los narcotraficantes se llevan la droga en lanchas o carros a los lugares donde la esconden, conocidos como buzones, que son por lo general propiedades privadas.
La droga es enfriada por los narcos en los buzones, o sea ocultada por cierto tiempo, esperando que se calme el escándalo de la caída de la avioneta y que la Policía baje la guardia para sacarla en lanchas o en vehículos a los lugares fronterizos ya que el destino final es los Estados Unidos.
En la zona de Colón así como sale la droga entran dólares, especialmente en las comunidades de mayor afluencia de narcoavionetas y narcolanchas. Ese dinero es producto de las transacciones de los cargamentos del alcaloide.
A raíz de eso hay una gran circulación del dólar en esas zonas y es común ver que en las pulperías, gasolineras y tiendas de electrodomésticos la gente paga con billetes de a 20 dólares que es una de las denominaciones más usadas en las transacciones de droga.
Según las investigaciones de la Policía, en Colón y Atlántida opera una banda integrada por ex policías y ex cobras que se dedica a robarle droga y dólares a los miembros de las organizaciones que están al servicio de los carteles mexicanos y colombianos que manejan el acarreo de la cocaína que viene por aviones y por la vía marítima.
Las pesquisas policiales indican que esa organización que tiene su centro de operaciones en La Ceiba trabaja en contubernio con personas de los mandos bajos de las bandas que acarrean la droga, quienes se encargan de darles la información de que grupo tiene en su poder el cargamento del alcaloide y por donde la van a mover para que se lo roben. Igual operan para robarse los dólares.
Al darse el robo de la cocaína y el dinero es cuando se originan las masacres y crímenes dantescos.
Lucha perdida
La coordinadora de fiscales de Tocoa, Arody Reyes, manifestó que las organizaciones del narcotráfico han llegado a una escala inmanejable para las autoridades policiales y para ellos.
“Yo creo que es competencia del Gobierno Central fortalecer las instituciones como la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, el Ministerio Público y la Policía Nacional para contrarrestar ese tipo de delincuencia”, dijo la fiscal.
Señaló que es un hecho notorio que hay ciertos grupos criminales que tienen una mejor logística que la que “tenemos las autoridades como vehículos, lanchas y otras cuestiones y en ese sentido a veces nos vemos atados para dar una respuesta efectiva”.
“Hay que valorar el riesgo que implica para un operador de justicia enfrentarse a una organización criminal de este nivel. Aquí en la Fiscalía sólo somos apenas seis fiscales y en la Policía son muy pocos los elementos que hay y estos grupos son grandes. Para un operador de justicia implica un gran riesgo hacer una acción que conlleve a enfrentarse a ese tipo de bandas porque está desamparado”, dijo la acusadora pública.
También hay que valorar que el ser humano es corruptible y “de repente no podemos descartar que haya algunas instituciones donde se de algún tipo de corrupción en cuanto a recibir sobornos de parte de estas personas”.
Al consultarle qué si eso quiere decir que los narcotraficantes tienen prácticamente luz verde en ese sector, la fiscal contestó: “Quisiera decirle que no, pero sí es la realidad”.
Se puede decir que es una lucha perdida combatir el narcotráfico, así como están ustedes, se le preguntó a la acusadora pública y respondió: “Se podría decir que hasta el momento sí”.
Reyes refirió que si la autoridad central no se preocupa por brindar el apoyo que necesitan los operadores de justicia “creo que va a ser difícil que podamos seguir combatiendo el narcotráfico”. “De repente nos sentimos un tanto impotentes porque parte de nuestra obligación es eso y al no contar con los medios muchas veces nos toca ver pasar las cosas sin poder hacer nada”, admitió Reyes.
4 avionetas caen al mes en Atlántida
El coordinador regional del Ministerio Público en Atlántida, Adonay Padilla, dijo que los resultados en la lucha contra el narcotráfico son mínimos y los que se obtienen son más por errores que cometen los criminales que por la actividad de inteligencia de las autoridades.
Padilla dijo que como en esa zona no tienen presencia de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, DLCN, que es el ente especializado en el combate la narcoactividad ellos dependen del trabajo que hace la Policía Nacional Preventiva y la Policía de Investigación y “como se ha visto no nos han dado un resultado positivo”.
Indicó que eso sucede porque esos cuerpos de seguridad no tienen la logística ni el personal para dirigir una buena investigación que les permita presentar los requerimientos con los suficientes elemetos probatorios en los juzgados.
El acusador público manifestó que la problematica de las narcoavionetas es porque hay una política de Estado debil ya que no se ha puesto a operar a todas instituciones encargadas de combatir ese ilícito como la Fuerza Aérea Hondureña y Aeronáutica Civil.
“Para mí la Fuerza Aérea debe trabajar en eso como trabaja la Base Naval pues por la vía marítima hay resultados positivos en el combate a la narcoactividad en el sector de Gracias a Dios y en Trujillo”. Al preguntarle por qué cree que es la deficiencia de la Fuerza Aérea y Aeronáutica, el acusador público respondió que pareciera “que fuera una política de Estado de dejar hacer las cosas y a nosotros nos trae disconfianza y duda sobre el trabajo que realizan”.
Padilla manifestó que en esa zona hay mucho trafico de narcoavionetas y “cuando llegamos ya están quemadas y la doga ya ha sido sacada, practicamente sólo vamos inspeccionar los daños de las aeronaves”.
Según el fiscal, en ese sector caen un promedio de cuatro avionetas cargadas de droga cada mes, que son las que logran detectar.
“Como autoridad nos vemos imposibilitados de deducir responsabilidad penal y no contamos con los órganos auxiliares de investigación, represión y prevención que nos puedan garantizar buenas indagaciones sobre las constantes avionetas que caen en este sector, asi como en Colón y Gracias a Dios”, dijo.