Mientras los caudales de los ríos Ulúa y Chamelecón comienzan a bajar, miles de damnificados por el huracán Félix empiezan a enfrentarse a la realidad de regresar a sus hogares inundados.
Muchos afectados ya se fueron de los albergues, sólo esperaron que el agua retrocediera un poco de sus casas, y otros se albergaron en casas vecinas por miedo de que los delincuentes les saquearan lo poco que con esfuerzos han comprado.
A los afectados les ha llegado comida, pero muchos se quejan porque la ración es escasa.
En Potrerillos, los centros de albergue son tres y en ninguno hay agua, pues con el huracán se dañaron las bombas que dejaron a todo el municipio sin el vital líquido. Según el alcalde Valentín Ramírez, no se pueden reparar, pues en el sitio donde están las bombas no hay energía eléctrica.
Las 200 familias albergadas en la escuela Manuel Bonilla de Villanueva regresarán hoy a sus casas porque mañana reinician las clases.
En las zonas bajas de San Pedro Sula, la situación vuelve a la normalidad y los sampedranos damnificados regresan a sus casas. <