¡C ámaras, luces, acción!. Un hombre enano aparece en escena en medio de un montón de objetos en desorden haciendo un monólogo: “Bienvenidos al agujero negro, ja, ja, ja, ja, ja, este es el lugar donde llegan todas las cosas perdidas...” El actor es el hondureño Edwin Ricardo Molina, quien forma parte del elenco de la telenovela juvenil Grachi, que fue rodada en Miami por Nickelodeon Latinoamérica. En la serie, protagonizada por la actriz cubana Isabella Castillo y el actor colombiano Andrés Mercado, el hondureño hace el papel de El Tin, quien es dueño del agujero negro adonde van a dar todos las cosas que se pierden en el mundo.
No es la primera vez que el catracho, cuyo nombre artístico es Ed Molina, hace gala de su talento frente a las cámaras. Anteriormente había tenido un papel secundario en la película “Con Elizabeth en Mount Dora” rodada en Miami donde él vive desde el 2001 con su madre.
“Fue mi primera experiencia frente a las cámaras”, dice Molina sobre esa cinta cinematográfica en la que personifica a un camarógrafo.
Su baja estatura no ha sido ningún obstáculo para andar por el camino del éxito. No se acomplejaba ni cuando sus compañeros se referían a su tamaño en forma despectiva, en la escuela Patria, del barrio Barandillas de San Pedro Sula, donde hizo la educación primaria.
“Nunca te vas a casar por enano”, le decían los otros niños, pero eso a él no lo incomodaba para nada. Ello se debía a que su madre siempre lo vio como un niño normal. Aún cuando lo tuvo en el viejo hospital Leonardo Martínez, no le causó ningún asombro ver a su bebé con rasgos físicos distintos a los de sus anteriores hijos, porque sabía que su estatura no tendría nada que ver con su desarrollo mental.
El tiempo así lo confirmó porque estando en la escuela el niño comenzó a demostrar sus dotes de actor. También en el ministerio teatral de su iglesia ponía en práctica sus conocimientos histriónicos adquiridos “a puro palo” porque nunca asistió a ninguna academia de arte.
“Fuimos una familia de bajos recursos, siempre vivimos alquilando en los barrios bajos de la ciudad”. Su padre fue taxista y conductor de bus y su madre trabajó por mucho tiempo como obrera de una fábrica de camisas hasta que decidió emigrar a Estados Unidos.
Recuerda que en los primeros años de su niñez, su papá solía pasearlo en el taxi mientras recorría las calles de la ciudad. “Cuando terminaba la jornada iba a guardar la unidad al plantel y entonces me traía de regreso a tuto para la casa”.
El chico fue creciendo con la inquietud de demostrar sus habilidades. Sabía que era bajo de estatura pero de cerebro grande.
Por eso se metió a la banda de guerra cuando estudiaba bachillerato en la Misión Evangélica.
La discriminación de la gente por su estatura fue desapareciendo a medida que avanzaba en sus estudios. En la universidad pública, ya casi nadie se fijaba en su tamaño. Estaba estudiando periodismo, pero no terminó la carrera porque “a cada rato había huelgas” por las disputas entre el Fru y el Fuud, los dos frentes estudiantiles que controlaban la universidad, llamada ahora Unah-vs.
La cima
Antes de que su madre lo jalara para Estados Unidos estuvo trabajando como contador en diferentes empresas sampedranas. La separación de sus padres agravó la situación económica de la familia, por eso ella tuvo que emigrar. El padre murió hace seis años.
“Al obtener ella la residencia me mandó a traer. Cuando vine aquí (a Miami) empecé a asistir a la Escuela de Teatro Prometeo”. Durante los cuatro años que estuvo estudiando actuación hizo varias obras y participó en la película “Con Elizabeth en Mount Dora” que se rodó en varios lugares de Miami. Tuvo un papel pequeño, pero gracias a ello fue conocido por varios productores, uno de los cuales lo contrató el año pasado para que actuara en la telenovela Grachi.
Cuando comenzaron a rodarse los primeros capítulos de la serie, a Ed Molina lo llamaban representantes de actores para que se presentara a los siguientes castings.
La sorpresa del catracho fue que, después que le hicieron la prueba, uno de los productores le dijo que había sido escogido por uno de los dos directores de cámara que lo había visto actuar sin que él se diera cuenta, desde los estudios de grabación.
‘Este es el hombre que buscamos’, dijo el director de cámara al analizar los diferentes ángulos en la actuación de Ed Molina.
“Yo no busqué esto, Dios es quien me lo puso en el camino”, comenta el actor, quien se prepara para su próxima producción llamada “La cima del cielo”, que espera sea como la cumbre hasta la cual quiere llegar.