“Dios me ha dado una nueva oportunidad de vivir que no voy a desaprovechar, no es fácil saber que estuve a punto de morir y que salí con bien de ese quirófano.
Antes de entrar no deseaba saber los detalles de la cirugía, quería estar tranquilo cuando llegara el momento. Si me lo decían antes me pondría nervioso.
Los cirujanos habían realizado un monitoreo de los latidos de mi corazón durante 24 horas y encontraron que yo sólo tenía 30 latidos por minuto, cuando lo mínimo es de 60 y lo normal es de 70 y 80 contracciones.
Cuando entré a la cirugía lo único en lo que pensaba era en mi madre que me estuvo cuidando desde que enfermé y sigue siempre pendiente de mi salud, es la única que me visita en el presidio y sé que me necesita como yo a ella.
Sentí cuando los médicos me implantaron el marcapaso, me anestesiaron parcialmente y pude ver a los doctores sobre mí con todo el equipo que usaron en mi cuerpo y unos focos grandes, escuché como que cortaban alambres en mi pecho, pero no me dolió.
Los médicos me hicieron una herida al lado derecho de mi pecho para introducir un electrodo a través de una vena y luego colocaron un generador de electricidad, según me contaron las enfermeras.
Ahora me siento mejor a pesar de que estoy recién operado del corazón pero me hace falta ver de nuevo a mis compañeros de celda. Quiero estar en el presidio,porque me siento más libre y allí tengo la compañía de mis amigos.
Me siento incómodo en este hospital porque tengo que pedir a los custodios que me vigilan, permiso para todo. Si quiero ir al baño les tengo que decir que me quiten las esposas, no puedo ni darme un baño tranquilo, si quiero hacerlo, todos se dan cuenta de la hora en que lo hago.
Lo que me ha sucedido me ha vuelto más sensible emocionalmente, veo la vida de una forma positiva y responsable, quiero ayudar a mi madre porque sé que ella lo necesita, quiero buscar el buen camino. Catorce años es mucho tiempo para estar encerrado por un robo. No lo quiero hacer más. Quiero regresar al presidio porque quiero volver a platicar con mis amigos, los extraño”.
Cirugía
Participaron siete especialistas, entre ellos Juan Carlos Zúniga y Enrrique Samayoa, auxiliados por varias enfermeras.
Explica Juan Carlos Zúniga
”Al paciente le examinábamos una hernia que requiere de cirugía, cuando le realizamos los exámenes correspondientes, notamos que padecía de una enfermedad en el corazón llamada bloqueo atrioventricular de tercer grado y no se podía extirparle la hernia. él estuvo nervioso, durante la cirugía se encomendó a Dios. Se recupera satisfactoriamente, la próxima semana lo daré de alta”.