Hijo de tigre nace rayado, dice un refrán que refleja fielmente el caso de José Ramón Zúniga, quien ha resultado tan buen mago como su padre Víctor Omar Zúniga. Ambos han sorprendido a chicos y grandes con sus actos de magia y prestidigitación que presentan en festejos particulares y actos públicos.
Aunque es considerado el más experimentado mago de la ciudad, el padre no ha querido dejar las tijeras y el peine, con los que se ha defendido en la vida desde muy joven.
El hijo dice que practica la magia por amor al arte, pero lo que le da de comer es su profesión de arquitecto, que estudió en una universidad de la ciudad.
Desde que tenía cinco años, José Ramón acompañaba a su padre en sus presentaciones para auxiliarlo con la utilería o hacer pequeños juegos. Así se fue metiendo en el mundo del ilusionismo hasta alcanzar el nivel de un mago profesional.
Tenía solo siete años José Ramón cuando su padre lo presentó como su mago asistente en un show que se realizaba en La Pérgola, centro sampedrano de diversiones ya desaparecido.
El niño se lució, pero los administradores del negocio tuvieron problemas con las autoridades por permitir a un menor de edad en un centro nocturno.
José Ramón hizo sus primeros trucos a la sombra de su padre y este tuvo como su gran maestro a Alfonso Guillén Zelaya, no el poeta, sino un idealista hondureño que se fue a Cuba a ayudar a la revolución de Más noticias relacionadas