La comunidad de La Duarte, en El Progreso, Yoro, vuelve a vivir momentos de angustia. Tras una segunda crecida del río Ulúa, varias zonas han quedado anegadas por el desbordamiento del canal de alivio.
El agua ha alcanzado sectores vulnerables como Las Chumbas, San Isidro y La Rubí, mientras familias enteras buscan refugio en escuelas o improvisan cobachas en zonas altas.
“Ya hay evacuados y se va a habilitar un albergue en la Escuela San José”, informó uno de los pobladores que buscaba poner sus pertenencias a salvo.
La emergencia se repite en La Duarte, donde hace apenas unas semanas el río Ulúa ya había provocado una inundación tras dañar el bordo que protege al sector. A pesar de los llamados de auxilio de los pobladores desde el año pasado, la reparación no llegó a tiempo.
Familias del campo Buena Vista, donde el agua aún no llega, buscan sacos para llenarlos de arena y proteger las entradas de sus viviendas, y no volver a perderlo todo otra vez.
El agua se filtra por los bajos y se extiende rápidamente. “Se metió por donde estaba la señora orando y hace una reversa, el agua viene para atrás y se riega por todos los bajos (...) Llega hasta Las Chumbas, San Isidro, La Rubí”, relató el afectado.
Evacuaciones
En San Isidro, las familias comenzaron a evacuar hacia las escuelas. Otras, en aldeas como Miraflores y Duarte, prefieren subir a partes altas y construir refugios improvisados con lo que encuentran. “Algunos no se quieren salir, se quedan allá en lo alto en cobachas”.
La situación evidencia una vez más el alto grado de vulnerabilidad de estas comunidades y la deuda histórica del Estado en materia de infraestructura de protección. El temor de los vecinos no es solo perder lo poco que tienen, sino quedar una vez más olvidados tras el paso de la emergencia.
Mientras algunos cargan sacos para contener el agua y otros empacan lo poco que pueden rescatar, la vida en estas aldeas se suspende entre el agua, la incertidumbre y una sola certeza: que las lluvias seguirán cayendo.
