Josef Fritzl es el mejor ejemplo de un hombre abusador al que sus instintos animales dominaron por sobre sus lazos familiares.
Durante más de treinta años fue considerado un vecino modelo en la pequeña localidad austriaca de Amstetten hasta que se descubrió su nefasta doble vida. Era respetado por sus vecinos y amado por sus siete hijos y tres nietos. Pero el ingeniero electrónico jubilado, de 73 años, casado, que además era galante, coqueto, generoso, cuidadoso y autoritario, era un hombre vil y sin escrúpulos; un tipo de doble cara.
Durante 24 años encerró a su hija en un sótano y engendró con ella siete hijos.
Los reiterados abusos que cometió los hizo en las narices de su familia y el vecindario, que nunca sospecharon lo que ocurría debajo el cálido hogar donde aparentaba ser un hombre normal.
Fritzl jamás despertó sospechas. Todo lo planeó, actuó con premeditación y ventaja. Fue en agosto de 1984 cuando el plan para adueñarse de su hija comenzó a rodar.
El hombre alertó a la Policía local sobre la desaparición de su hija y un mes después entregó una carta, firmada por Elisabeth, en la que supuestamente ella pedía que nadie la buscara. “Mi hija se unió a una secta”, contó entonces Fritlz.
Era jardinero
Para poder violar a su hija, que entonces tenía once, Fritzl se volvió amante de la jardinería. El hombre demostraba ser muy obsesivo con el cuidado del jardín, donde estaba la puerta de acceso al sótano.
Según relatos de los vecinos recogidos por muchos medios, se quedaba hasta altas horas de la noche arreglándolo. No dejaba que nadie se acercara al lugar. Ahí, Fritzl construyó una puerta eléctrica que se abría sólo con la activación de una clave secreta.
Nunca nadie sospechó el horror que se escondía en el sótano de ese patio. Ahí encerró a su hija el 28 de agosto de 1984 violándola sistemáticamente. Producto de los abusos, Elisabeth procreó así siete hijos.
Fritzl sacó del sótano a tres de ellos, que tienen entre los 10 y 15 años, para adoptarlos con su esposa, montando un nuevo engaño.
Tras el nacimiento de los pequeños, los puso en la puerta de la casa con notas escritas por Elisabeth. En ellas, la mujer pedía a sus padres que cuidaran de los pequeños, pues no tenía dinero.
Otro de los siete hijos murió a pocos días de nacido y Fritzl hizo desaparecer el cadáver, quemándolo en una caldera. Los otros tres retoños, de cinco, 18 y 19 años, permanecieron en el sótano desde su nacimiento. Nunca vieron la luz.
La verdad sale a luz pública
El horror que Fritzl hizo padecer a los de su propia sangre fue descubierto por azar. Todo empezó cuando Kerstin, la hija de 19 años, cautiva, presentó síntomas de una extraña enfermedad.
Elizabeth convenció a su padre de que llevara a su hija-nieta enferma a un hospital, pues tenía convulsiones. Josef la internó en el hospital de Amstetten sin esperar que su patraña estaba a punto de descubrirse. La joven llevaba consigo una carta escrita por su madre Elisabeth en la que pedía ayuda para su hija.
Para desligarse de responsabilidades, Fritzl les dijo a los médicos que halló a la muchacha inconsciente delante de su casa. Los médicos, como necesitaban conocer la historia clínica de la enferma para poder tratarla, acudieron a los medios de comunicación para que la población diera pistas del paradero de la madre de la paciente.
Elizabeth vio ese llamado en la televisión que tenía en el sótano y convenció a Fritzl de que la llevara al centro de salud.
Para ello, el hombre tenía que justificar la reaparición de su hija, de la que todo el mundo sospechaba que estaba en las filas de una secta.
Fritzl siguió con su plan y dijo que halló a Elisabeth de casualidad en la ciudad y que la llevaría al hospital para que ayudara a los médicos en la asistencia de su hija.
Entonces la cautiva les confesó el horror de su vida a los médicos. Ellos llamaron a la Policía y los uniformados llevaron a Elizabeth y Josef a una comisaría para hacer las investigaciones.
Espeluznante confesión de Fritzl
El espantoso caso de Elisabeth y del “Monstruo de Amstetten”, como los medios locales lo comenzaron a llamar, fue ocupando espacios en todos los medios del mundo. Fritzl, que fue detenido, se negaba a declarar la verdad hasta que 48 horas después de su arresto reveló la verdad narrando sin dar señales de arrepentimiento, ni estar acongojado, los vejámenes contra su hija. El hombre admitió ante la Policía que había mantenido encerrada durante 24 años a su hija Elisabeth en un sótano construido bajo el jardín de su casa. También aceptó que la violó y asumió la paternidad de los siete niños, tres de los cuales nunca habían tenido contacto con el mundo exterior.
En Amstetten, un pueblo a unos cien kilómetros al oeste de Viena, Josef vivía con su esposa Rosamarie, con quien tuvo, aparte de su hija Elisabeth, otros seis, todos adultos.
La confesión de Josef Fritzl dejó atónitos a los encargados del interrogatorio. El hombre confesó ser el padre de los siete hijos nacidos en el calabozo subterráneo que él mismo construyó para encerrar a su hija y admitió haber quemado en la caldera de la calefacción de su casa el cadáver de uno de ellos, que supuestamente nació muerto.
“El crimen sobrepasa todas las dimensiones, incluidas las peores experiencias vividas por los agentes de policía”, dijo Franz Polzer, jefe de la policía de Baja Austria al dar a conocer un resumen de la confesión del monstruo de Amstetten. Todo el mundo preguntaba por qué nadie se enteró antes.
Violó 30 años a su hija y alega que hubo “amor”
Arcedio Álvarez Quintero llevaba abusando de su hija de treinta años desde que ésta tenía nueve. Con ella procreó catorce hijos, de los que once están vivos. Su caso conmocionó a Colombia porque, según Álvarez, él y su hija estaban enamorados.
Mejor conocido como el “Monstruo de Mariquita”, el pederasta aseguró ante los tribunales de justicia “que ambos habían decidido mantener una relación amorosa porque realmente estaban enamorados”. Álvarez llegó a asegurar que, en realidad, la mujer de la que abusó desde niña no era su propia hija.
Alba Nidia Álvarez, la víctima, aseguró que para ella si es su papá. “Siempre le he respetado como a mi padre y él es mi padre porque nunca me habló de lo que estábamos haciendo. Si alguna vez le preguntaba sobre el tema, me respondía que era la voluntad de Dios”.
La mujer confirmó a la Policía que su madre había muerto cuando apenas tenía cinco años de edad y que quedó al cuidado de Álvarez.
Ella y sus once hijos están ahora bajo protección policial. Álvarez fue capturado y es acusado por el delito de incesto. Se presume que Álvarez Quintero también realizaba actos sexuales abusivos con las hijas que tuvo con Alba Nidia. El anciano guarda prisión en espera de ser sentenciado.
16 años de cárcel al “Monstruo de Buenos Aires”
Todos conocían los rumores de que Eleuterio Soria, 73, había tenido dos hijos con una de sus hijas después de violarla y por ello a nadie le sorprendió que su abusiva y oculta vida fuera descubierta.
Durante más de diez años violó a la menor a la que amenazaba con un arma de fuego. Tampoco la dejaba salir de su casa. En ese lapso, la joven tuvo dos hijos de su padre y alcanzó la adultez, hasta que en 2003 escapó y denunció el caso. El hombre fue condenado a 16 años de prisión.
Soria guarda prisión por el delito de “abuso sexual agravado por el vínculo”.
Según se pudo reconstruir en el juicio, Soria comenzó a abusar de su hija en 1992, cuando ella tenía doce años. Por aquel entonces, en la casa vivía Soria con su mujer y sus seis hijos.
En 1993, su hija quedó embarazada y la familia se quebró. La esposa de Soria abandonó el hogar y en los años siguientes, sus hermanos también se fueron hasta que Soria se quedó con su hija y el hijo de ambos. En 1997, la joven quedó embarazada de nuevo y tuvo una niña, también de su padre.
La mujer hoy tiene 28 años y una pareja con la que tuvo dos hijos más, por lo que aparentemente pudo rehacer su vida. Los hijos que tuvo con su padre tienen 7 y 14 años.
El “carcelero” brasileño vejó a su niña desde los doce años
Parecía un humilde campesino, pero resultó ser un depravado. José Agostinho, 54, fue acusado de abusar sexualmente de su hija, con la que tuvo siete hijos a lo largo de 17 años y a la que mantenía aislada.
El labriego comenzó a abusar de Sandra María Monteiro cuando su mujer se fue de casa y ella tenía sólo doce años. Mientras duró el cautiverio, la joven quedó embarazada en repetidas ocasiones y dio a luz a siete hijos, que ahora tienen entre dos meses y doce años.
Pero el labrador no se conformó con forzar a Sandra, que nunca pudo salir de su pueblo -un islote llamado Experimento- y que hoy, con 28 años, no sabe leer ni escribir. Según la investigación policial, también es sospechoso de violar al menos a una de sus hijas-nietas, de siete años. Él ahora guarda prisión y su familia recibe asistencia médica y sicológica.
Tuvo 22 hijos, siete de ellos con hija que procreó con amante
En su ciudad natal le dicen el “Chacal de Mendoza”. El argentino Armando Lucero tiene 22 hijos, 7 de ellos con una hija que tuvo con una amante.
Lucero, de 65 años, fue detenido en la ciudad de Mendoza, Argentina, después de que su hija denunciara haber sido violada por él durante 20 años y haber engendrado 7 hijos. Lucero tiene 22 hijos: 8 con su esposa oficial, 6 con su concubina y 7 con una de las hijas que tuvo con la mujer con la que engañó a su esposa.
Aunque los familiares de la joven violada -que ahora tiene 37 años-, aseguran haber denunciado a Lucero en más de 20 ocasiones desde 1990 a la fecha, éste actuó en total impunidad cometiendo vejámenes contra su hija y la madre de ésta. Ésta, pese a ser oficial del Poder Judicial, nunca pudo superar la “dominación sicológica” de Lucero, que ahora está tras las rejas.