Con la tímida luz del sol, a eso de las 5:30 de la mañana llegó el primer votante al instituto José Antonio Domínguez de la lejana comunidad de Campamento.
Se trataba de un campesino de 40 años y con un porte de atleta que le han dado varios años de trabajo en el campo.
“Me dedico al machete”, haciendo referencia a su trabajo, dijo Óscar Banegas, mientras salía de su lugar de votación.
Con la insignia del voto tatuado en el dedo relató alegremente lo que significa para él las elecciones.
“Me desperté tempranito, tenía muchas ganas de votar, es que hay que hacerlo y no tener miedo porque aquí el que decide es el pueblo”, comentó.
Así como él, jóvenes y adultos demostraron amor a la democracia en el sector.