04/12/2025
10:46 PM

Los expertos hacen malabares con los trompos de Nano

Con sus manos deformes a causa de una enfermedad congénita, maneja hábilmente las rústicas herramientas para hacer diferentes tipos de artesanías.

Cortés, Honduras

Con su autoestima siempre en alto, suele decir que es torcido de sus extremidades a causa de una enfermedad congénita, pero no de su cerebro porque es capaz de hacer con sus manos deformes, desde un trompo bien aplomado hasta un tallado decorativo en madera de color.

Se llama José Fredy Peña, pero en San Marcos de Santa Bárbara la gente lo conoce más como Nano el de arriba, porque tiene un primo con sus mismas deformidades que vive en la parte baja de la comunidad a quien llaman Nano el de abajo.

Nació con una curvatura en la columna vertebral y sus pies y manos nudosos, pero eso no le impide manejar con habilidad un machete afilado o un formón para moldear un trompo o tallar en madera de color una figura maya.

“Lo más difícil es dejarlo bien aplomado”, dice mientras le da forma de trompo con su machete a un pedazo de madera que él identificó como palillo. También los hace con cualquier otra clase de madera, pero su preferida es la de guayabo porque es más dura y moldeable.

Si no sabes centrar bien el clavo, el trompo te va a salir tatareto es decir que corcovea como un caballo chúcaro, explica el hombre bajito y encorvado sin dejar de hacer su trabajo.

Sus trompos son rústicos, ya que ni siquiera los lija, pero son más seguros que los fabricados en tornos industriales porque estos pueden zafarse fácilmente del cordel por ser lisos, y romperle la cabeza a su dueño o a alguien que esté viendo, comentó.

A veces tiene que terminarlos de aplomar después de ponerlos a prueba, pero por lo general salen “seditas” (suavecitos) de la primera vez que los pone a bailar.

Los deja tan “seditas” que se quedan dormidos por largo rato en el suelo, lo que facilita tomarlos en la palma de la mano sin que dejen de girar por largo rato.

Nano ha puesto a jugar con sus trompos a miles de niños y adultos durante los juegos tradicionales que se celebran en San Marcos todos los años. Calcula que ha hecho más de cinco mil trompos desde que se realizó el primer festival hace 15 años, muchos de los cuales se han ido para otros países en las maletas de los turistas.

“A mi casa vienen a buscarlos, no solo los niños, sino los adultos que quieren llevarse un recuerdo de San Marcos para Estados Unidos”, relató.

Hace arte con desperdicios

Los trompos los hace generalmente cuando se acerca la celebración de esa festividad en el mes de mayo. El resto del año se dedica a otras actividades, como el tallado de madera y a reparar calzado.

“De los pedazos de madera que otros botan, yo saco pisto”, dice para destacar que sus obras las hace con desperdicios de madera que consigue por lo general en los aserraderos. Hace todo tipo de motivos religiosos, paisajes o figuras mayas en alto relieve, los que talla a punta de formón y cuchilla porque no dispone de ninguna herramienta industrial. En vista de ello se ha aliado con un ebanista, quien le presta su taller y sus herramientas para que elabore sus tallados.

El ebanista trabaja lo que corresponde a su especialidad que consiste en hacer muebles, y Nano se encarga de aquellos que requieren un tallado artístico, como una puerta con motivos mayas.

Ni siquiera conoce las Ruinas de Copán, pero no hace falta para tallar las figuras de los principales emperadores de la civilización maya, porque para eso está la Internet, de la cual baja los modelos.

Su amigo ebanista le permite que también haga tallados para su patrimonio personal. Entre sus obras favoritas está una imagen de la Virgen de Guadalupe que aún no termina de pulir. Es la Virgen de su devoción y aparte de ello, el barrio donde vive lleva su nombre.

Es un hombre “todo terreno” porque ha hecho de todo para ganarse la vida. Su primer oficio fue el de zapatero, el cual sigue practicando pero a medias, porque solamente se dedica a reparar los zapatos que le llevan sus vecinos.

También es capaz de hacer piezas de armas de fuego con pedazos de metal desechados. Basta que le lleven la pieza dañada para hacer una réplica de la misma usando hojas de resortes o cualquier otro material metálico extraído de las chatarreras.

El hombre de 44 años vive solo desde la muerte de su madre, en una sencilla casa de material que él mismo construyó. No se ha casado, pero tiene tres hijos que viven con sus respectivas madres, a quienes no deja de ayudar, según dice.

No se considera un Don Juan, pero la gente de San Marcos dice que en eso de piropear a las hembras y hacer zumbar un trompo, no hay quién le gane.