20/05/2025
12:01 AM

La última foto del hondureño Carlos

La mañana del pasado nueve de agosto salieron de San Pedro Sula con la ilusión de cruzar la frontera, sin imaginar que semanas más tarde serían víctimas de una brutal masacre.

La mañana del pasado nueve de agosto salieron de San Pedro Sula con la ilusión de cruzar la frontera, sin imaginar que semanas más tarde serían víctimas de una brutal masacre en la localidad de San Fernando, Tamaulipas.

La noche antes de su partida, Junior Basilio Espinoza y Carlos Alejandro Mejía se tomaban fotografías en una noche de despedida, la que fue su último encuentro en vida con los seres a los que amaban. El martes 17 de agosto, Junior se comunicaba con su esposa Floyi Reyes, en la plática, que no duró más de cinco minutos, el compatriota le dijo a su esposa que estaba bien y que pronto la llamaría.

Diez días más tarde, desesperada y con la angustia de enfrentarse a una realidad irreversible, Floyi Reyes llegó a la redacción de LA PRENSA adonde confirmó la muerte de su esposo Junior, quien aparecía en la portada de este rotativo en los primeros 14 hondureños identificados entre los 72 muertos.

“Compré LA PRENSA desde que escuché de la noticia sobre los muertos en México. En una de las fotos identifiqué los tenis y la camisa que Junior andaba el día cuando se fue”, relató la mujer, quien llegó acompañada de un niño de cinco años, fruto de los seis años de matrimonio con el ahora occiso.

“También vi la camisa del águila que andaba el sobrino de él”, agregó Reyes mientras sus lágrimas rodaban por sus morenas mejillas.

“Los mataron con la misma ropa que andaban el día que se fueron”, agregó.

El vicecanciller de la República de Honduras, Alden Rivera, dio a conocer los nombres de los primeros 14 hondureños identificados, donde aparece Junior Basilio Espinoza.

“Desde que vi la fotografía estaba segura de que era mi marido, vine aquí para asegurarme de que era él”, dijo Floyi Reyes.

El sueño frustrado

Antes de decidir cruzar la frontera, Junior Basilio y Carlos Alejandro, primos y originarios de la localidad de El Triunfo de La Cruz, Tela, trabajaban en un taller de enderezado y pintura. La crisis económica los dejó sin empleo y la necesidad de mejorar las condiciones los obligó a emprender el recorrido que para muchos es la gloria y para otros el infierno.

“Los dos estaban sin trabajo y mi marido ya tenía más de seis meses de estar sin empleo, la desesperación hizo que se fuera para los Estados Unidos”, comentó Floyi Reyes.

“Él quería que nuestro niño fuera el otro año a una escuela privada porque ya le toca ir a la escuela”, agregó entre sollozos. Según relató la mujer, la ultima vez que habló con su esposo, éste le dijo que ya estaba en la frontera y que estaba con el coyote, que necesitaba que le enviaran dinero, pero no dijo un número de cuenta y la llamada se cortó. Desde esa vez Floyi esperaba la llamada, pero el teléfono no volvió a sonar.

Tanto los familiares de Junior Espinoza como los de Alejandro Mejía, residentes en Miami, Florida, ya tenían el dinero para pagar al coyote que los transportaría hasta territorio estadounidense. “El sólo estaba esperando que le dijeran cuándo depositar el dinero, no creo que los hayan matado porque los familiares no pagaban”, agregó Floyi Reyes. Ahora sólo espera recibir el cadáver de su esposo y padre de su hijo, un hombre que se encontró con la pesadilla que le arrebató toda una vida de proyectos.