17/12/2025
12:01 AM

Julio Altamirano, el hombre de los mil inventos

Si Julio Altamirano hubiese estudiado física o ingeniería, no estaría aquí, sino tal vez en la Nasa, suelen decir los vecinos de Macuelizo, Santa Bárbara, que conocen sus ingeniosas creaciones.

Si Julio Altamirano hubiese estudiado física o ingeniería, no estaría aquí, sino tal vez en la Nasa, suelen decir los vecinos de Macuelizo, Santa Bárbara, que conocen de las ingeniosas creaciones de un singular personaje de esta comunidad.

Hay quienes le dicen 'Julio el loco', lo cual no le molesta porque sabe que se refieren a su extravagante personalidad de inventor nato.

Basta acercarse a su vivienda para uno darse cuenta que está por conocer a una persona fuera de serie pues las bases de su cerca representan las diferentes piezas del ajedrez, uno de sus deportes favoritos.

Va por la vida haciendo todo lo que le dicta su espíritu inquieto: compone canciones, vuela planeadores, toma fotografías en forma profesional o practica karate, pero lo que más le entretiene es darle rienda suelta a su inventiva.

Cada vez que Julio ve a alguien enfrentando una dificultad o un problema, se le enciende el foquito del cerebro y comienza a crear la solución, según dice.

Para el caso, cierta vez vio a una señora haciendo una gran cantidad de donas para la venta y lo difícil que se le hacía amasar la harina. La venta de aquel pan fue un éxito, pero la señora ya no quiso hacer más porque le dolían las manos de tanto amasar.

Entonces Julio tuvo una idea genial: construir una máquina que amase la harina en grandes cantidades y en forma automática, sin necesidad de gastar energía eléctrica.

Hizo los planos y ahora está por terminar el artefacto que consiste en una banda que transporta la masa en bruto hasta dos rodillos ajustables, los cuales la aprisionan cuántas veces sea necesario hasta dejarla a punto para hornear.

Su último invento

Su casa está atiborrada de toda clase de piezas destinadas a hacer realidad muchos de sus proyectos, algunos de los cuales están varados porque requieren de mucho financiamiento.

'Mi sueño es hacer el diseño del puente sobre el río Culupa de tal forma que la misma estructura desvíe las aguas para prevenir inundaciones, pero hace falta una decisión de las autoridades', dice

Así también hay otros inventos que son sencillos, pero también de gran utilidad como el cortador de cartón capaz de hacer hasta cien discos en cinco minutos.

Se trata de una especie de compás agrandado que tiene un eje central y dos brazos, uno de los cuales porta una pequeña cuchilla bien afilada y en otro tiene un mango.

Su inventor trató de vender la sencilla máquina por 1,200 lempiras, pero nadie le daba ni 300.

Entonces decidió darle utilidad para su propio beneficio y ahora es la que le está dando de comer, según dice.

Como la máquina es ajustable, puede hacer discos de cartón grandes y pequeños que vende por grandes cantidades a las pastelerías y a las pizzerías, las cuales los utilizan como base para sus productos.

La mayor parte de materia prima la obtiene Julio de las cajas que desechan las maquilas, algunas de las cuales ya conocen de sus inventos.

Recientemente la Green Valley, que incentiva la protección al medio ambiente, le dio un premio por haber inventado un clasificador de basura, el cual también piensa promover en los centros educativos.

Otra de sus grandes creaciones es una estufa para rostizar pollo que no consume gas, ni leña, sino aserrín comprimido para generar calor.

Además funciona como tostadora de café.

Es un aparato cilíndrico de metal al cual se le introduce el aserrín comprimido también en forma de cilindro.

Luego de ponerle fuego, el cilindro de aserrín tarda unas 12 horas en consumirse, tiempo durante el cual puede estar siendo utilizado.

'Este hombre debería estar en otro país', comenta su compañera de hogar Argentina Romero, quien conoce de sus 'travesuras', desde que eran novios.

'Su madre dice que desde cipote andaba inventando cosas, incluso, hizo su primer planeador a los 12 años', manifestó.

Julio lo confirma diciendo que comenzó haciendo papelotes y terminó tratando de volar en un planeador de aluminio más grande que él, lo que le ocasionó más de un raspón.

De músico, poeta y loco...

Entre sus proyectos está construir un novedoso quiosco en el parque de la comunidad del cual ya tiene los planos, sólo necesita la aprobación de la municipalidad, según dijo.

Se refiere a un quiosco de dos pisos sobre el que estará lloviendo permanentemente. Una fuente de agua estará bañando toda la estructura excepto, la puerta de entrada a la misma, según el plano.

En el parque ya existe una llamativa arquitectura que Julio diseñó y dirigió. Se trata de un escenario al que él llamó La Acrópolis de Macuelizo, la cual consta de dos torres de piedra, un techo en forma de concha y un reloj metálico en forma de sol que muestra la hora por ambos lados.

Lastimosamente las autoridades no le han dado el mantenimiento necesario y ya ni funciona una fuente de agua que le da mayor vistosidad.

Mientras Julio no para de hablar sobre todos sus inventos y proyectos, su hijo Julito pone a funcionar el equipo de sonido para que los visitantes escuchen la canción que su padre le compuso a Macuelizo.

Entones la plática se desvía hacia el tema de la música: 'tengo unas 17 canciones, incluyendo una que le compuse a mi esposa', dice Julio.

Para demostrarlo descuelga de la pared una vieja guitarra y le pide al muchacho que lo acompañe.

'Ella y yo hicimos una iglesia en el cielo donde los santos dormían al escuchar nuestro amor', decía una de las estrofas de la canción cantada a dúo por padre e hijo.

En vista de que no ha patentado ninguno de sus inventos, algunos de éstos se los han plagiado otras personas y los han presentado como propios, dice Altamirano.

Recuerda además, la época en que casi todos los años iba a la feria de San Pedro y se elevaba en su planeador, mientras era remolcado por un vehículo a toda velocidad.

Del karate lo que recuerda es que en una ocasión puso a prueba su consistencia física permitiendo que otro atleta le estrellara una piedra en su abdomen.

A sus 54 años, no cree repetir esas hazañas. Ahora está centrado en ganarle la partida al tiempo para ver concretados todos sus proyectos a medio andar.