San Pedro Sula, Honduras
A las 2:00 pm, cuando empleadas domésticas que gozan de día libre y decenas de personas se agolpan en el parque central para disfrutar del domingo, Elena (nombre ficticio) se mezcla entre la muchedumbre y pasa inadvertida ante la vista de gran parte de la multitud; pero ella sabe que es fácilmente identificable por sus clientes.
Dice que es mayor de 18, pero su aspecto físico revela que es menor de edad. Ella viste un short café y porta una pequeña cartera donde guarda el dinero que gana vendiendo placer.
“Dame 200 lempiras y me voy con vos”, le dice a un periodista que simula ser interesado. Cerca de ella hay un joven de tez trigueña que la observa y se mantiene pendiente de todos sus movimientos. Él es el encargado de darle seguridad y ganar una parte del dinero que obtiene la joven por ofrecer servicios sexuales.
Elena es una de más de un centenar de adolescentes que han nutrido y multiplicado este año el ejército de mujeres que se prostituyen en las calles de San Pedro Sula las 24 horas del día.
| Flagelo
Adolescentes son explotadas sexualmente en las calles de San Pedro Sula. Menores de 12 años, incluidos recién nacidos, son utilizados en mendicidad.
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Ella, aunque dice vender voluntariamente su cuerpo, es explotada. Parte del dinero que gana va a parar a las manos del hombre que es su sombra: el chivo.
A dos cuadras del parque central de San Pedro Sula, Reina, de ojos oscuros, lleva un bote de refresco cuya boquilla mantiene pegada a sus labios: está constantemente inhalando pegamento.
En esa esquina, Reina y otras dos jóvenes inhalan pegamento perennemente mientras llega un cliente a preguntar por el precio de los servicios sexuales.
Cerca de ellas, hombres jóvenes, con edades similares a las de ellas, las vigilan y no las pierden de vista; estos también son chivos. Son quienes se llevan a sus bolsillos parte del dinero que ganan las mujeres por alquilar el cuerpo.
Estas escenas se han vuelto tan cotidianas en las calles céntricas y tan frecuentes que no son consideradas por las autoridades.
Los elementos de la Policía Preventiva y también de la Policía Municipal, encargados de hacer cumplir las ordenanzas, patrullan estas zonas; sin embargo, esos cuadros dramáticos no les llaman la atención.
| Débiles
Los niños que piden en las calles y limpian vidrios de carros se convertirán en adultos y no podrán trabajar formalmente por no haber asistido a la escuela.
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Periodistas de la Unidad de Investigación de LA PRENSA han constatado que más de un centenar de menores de 18 años son prostituidas en la ciudad y hasta el momento ninguna autoridad reacciona ante este fenómeno social que se propaga cada vez más.
Estas adolescentes aparecen, principalmente, en las esquinas de calles transitadas de los barrios El Centro, Guamilito, Barandillas, El Benque y Suyapa para ofrecer sexo exprés dentro de vehículos que deben entrar a un estacionamiento cercano.
Ellas le explican al cliente que “no se puede hacer el sexo en la calle”, sino que en el parqueo porque, de este modo, evitan que las cámaras de vigilancia (monitoreadas desde el Centro de Emergencias y Coordinaciones de Operaciones) los capten y lleguen las autoridades a multarlos.
La proliferación de prostitutas adolescentes ha provocado que algunos estacionamientos vehiculares se conviertan en moteles de sexo en horario nocturno. Aquí también existe otra persona que se lucra con la explotación de las jóvenes.
El negocio de prostitutas adolescentes está conformando un círculo en el cual tienen participación y lucro de manera directa la meretriz, en primera instancia; el chivo, por darle protección; el administrador nocturno del estacionamiento, quien exige un pago de 50 lempiras, y, en otros casos, el empleado de un hotel pequeño que se confabula para permitir el ingreso de parejas.
En conversaciones con periodistas de LA PRENSA, que han actuado como clientes durante esta investigación, las adolescentes abordadas arguyen que la falta de un empleo las obliga a dedicarse a prestar servicios sexuales.
Todas argumentan que deben recaudar una cantidad diaria para pagar el alquiler de un cuarto en un barrio populoso. Algunas de ellas dicen que tienen al menos un hijo que deben alimentar.
Adolescentesson explotadas sexualmente en zonas de san Pedrosula yhasta ocupan recién nacidos en la mendicidad.
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Mendicidad
Mientras las adolescentes son explotadas sexualmente, niños menores de 10 años, incluidos recién nacidos, son utilizados a manera de carnada por sus padres u otros familiares para captar dinero mediante la mendicidad.
En los bulevares de la ciudad, periodistas de la Unidad de Investigación de LA PRENSA han contado hasta 100 menores ejerciendo, de una u otra manera, la mendicidad.
La Dirección Nacional de la Niñez Adolescencia y Familia (Dinaf) y la Fiscalía Especial de la Niñez tienen conocimiento pleno del uso de menores en actividades de mendicidad; no obstante, pese a las intervenciones que han ejecutado, este fenómeno tampoco merma porque las autoridades no poseen un plan de apoyo e integración social de estas personas.
Las primeras mujeres mendigas con infantes en sus brazos comenzaron a aparecer a principios de 2009 y desde entonces se han multiplicado.
Estas mujeres, aparte de cargar a recién nacidos, ahora llevan a otros hijos y sobrinos (hasta de 12 años) para contar con más recolectores y captar más dinero en el mismo punto.
Las madres con infantes en los brazos operan en la avenida Circunvalación durante seis horas al día.
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Periodistas de LA PRENSA han observado que estas mujeres con los niños se instalan después de las 10:00 am y se marchan con el dinero recolectado, de L300 a L500, después de las 5:00 pm.
Debido a que las autoridades no toman acciones sobre esta población de mendigos y por las calles corren la voz que “ganan más dinero pidiendo que trabajando”, más personas convierten esta actividad en su modus vivendi.
Otras madres disfrazan la mendicidad con trabajo. Obligan a sus hijos a limpiar los vidrios de los carros que hacen un alto en un semáforo para que el conductor se sienta comprometido a entregar una determinada cantidad de dinero.
Mientras sus hijos van de esquina en esquina limpiando los carros, estas mujeres, que superan los 40 años de edad, permanecen sentadas en las aceras esperando todo el dinero que los menores obtienen.
En suma, entre adolescentes prostituidas y niños utilizados en mendicidad, más de 200 menores de 18 años sufren por condiciones de explotación de parte de mayores de edad.
Adolescentes que ejercen la prostitución también consumen sustancias sicóticas e inhalan pegamento.
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Responsabilidad
Honduras es un Estado firmante de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Este instrumento jurídico internacional lo obliga, mediante sus instituciones, a proteger los derechos de los menores de edad.
Esa convención consigna los derechos en 54 artículos y dos protocolos facultativos.
Los menores de edad, que en este momento se encuentran en las calles, tienen el derecho a la supervivencia, al desarrollo pleno, a la protección contra influencias peligrosas, los maltratos y la explotación y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social, de acuerdo con la convención.