24/11/2025
01:54 PM

En mototaxis se pasean héroes y bandidos por obra de ingenioso pintor

Es un pintor huraño e introvertido al que casi no le gusta hablar de sus pinturas.

Pablo Emilio Escobar y otros desaparecidos miembro del cartel de Medellín El Patrón del Mal y también cómics famosos son pintados por José Amílcar Rodríguez en las unidades de pasajeros para satisfacer los gustos y caprichos de sus propietarios y conductores.

Sus clientes suelen bajar figuras de Internet para que él las reproduzca en la carrocería de los mototaxis, de tal manera que no existe ninguna de estas unidades en Cofradía en la que el artista no haya dejado plasmada la huella de su creatividad.

Varios han quedado tan impactados con la serie de televisión El Patrón del Mal que ahora exhiben en sus vehículos los retratos de Chili, Popeye, Topo y otros lugartenientes del narcotraficante colombiano Pablo Escobar.

Para Rodríguez, lograr estos retratos es más difícil que pintar a Bob Esponja, Homero Simpson o Hulk porque llevan más detalles que las figuras lineales de esos cómics.

Dibujaba de aula en aula

Aunque el pintor no es corpulento, sino más bien delgado y bajito, en Cofradía lo conocen más por King Kong o simplemente Kong que por su nombre de pila. él dice, sin molestarse, que el mote se lo aplicaron tal vez por los rasgos simiescos de su rostro, aunque hay quienes dicen que es por la grandeza de su talento.

“Hay pintores que han probado hacer lo que él hace, pero no han podido arañar su corona, como dice el corrido”, comentó Carlos Pozas, uno de los propietarios de mototaxis.

Lo suyo es de familia. Tiene tres hermanos que también son artistas, con la diferencia de que aquellos se dedican a hacer pinturas al óleo en lienzos y él pinta con pintura acrílica y de aceite en cualquier superficie.

Desde que cursaba el primer grado en una de las escuelas de San Pedro Sula, Rodríguez puso de manifiesto su vocación por el dibujo. Andaba de aula en aula, graficando en las pizarras las ilustraciones que les pedían los maestros de los diferentes grados que aprovechaban su talento con fines didácticos.

La práctica fue su mejor maestro en pintura porque no pudo ingresar en una academia de arte debido a las limitaciones económicas de su familia. Apenas logró terminar el plan básico de educación general.

En Cofradía, todo mundo lo llama cuando va a decorar su negocio o simplemente quiere que le pinte un letrero porque hasta a las simples letras les pone el toque de su creatividad.

Tiene “manchado” el pueblo Su obra está plasmada en las paredes de los negocios, en las fachadas de los centros educativos, en las alcobas de las casas y hasta en los muros del principal colegio de Cofradía, el José Castro López. Princesas, dragones chinos, figuras mitológicas, monstruos amigables y todo un mundo de fantasía surgen de sus pinceles mágicos.

“Tiene manchado todo el pueblo”, dice con ironía Carlos Pozas, uno de sus grandes admiradores.

Para darse abasto en su tarea, Kong ha tenido que recurrir a un ayudante que también tiene gusto por la pintura: Omar Nolasco, quien además es su mejor discípulo. El muchacho lo admira, pero también cuestiona que no sepa valorar su talento, pues cobra solamente 100 lempiras por una de sus obras, aduciendo que no quiere dar la imagen de aprovechado.

Algunos de los vehículos exhiben los apodos de sus propietarios, como El Sapo, Leche o 007, como también frases bíblicas o que contienen alguna enseñanza. Todo depende de lo que quiera el cliente, lo que no pinta son frases ofensivas o con contenidos morbosos, dice el pintor.

En cuanto a retratos, hasta el momento solamente ha pintado los de los personajes de El Patrón del Mal que son fácilmente identificables por quienes vieron la saga de la televisión colombiana.

Sin embargo, Wilson Fajardo, otro de los conductores, manifestó que le pedirá a Kong que le pinte en su unidad la cara de su niño de tres años. “Solo tengo que darle la foto”, agregó.

Óscar Ruiz, otro mototaxista, prefirió que le pintara en gran tamaño, en la parte trasera de su vehículo, la figura de Hulk y, sobre ella, el nombre Furia Verde.

Aclaró que no es que sea aficionado del equipo Marathón, pues más bien es Olimpia, sino que quiso destacar el poder de su unidad, que es verde.

No es difícil hallar a José Amilcar Rodríguez entre los 20 mil habitantes que tiene Cofradía. “Pregunten por Kong”, nos dijo uno de los conductores de mototaxis que tanto abundan en el lugar. Iba saliendo de su habitación en el barrio El Campo con sus aperos de pintor cuando lo abordamos.

Se mostró huraño al principio, como si tratara de ocultar su obra artística, pero resulta que es tan descomunal que poco a poco se fue extiendo por sí sola como un enorme lienzo. No pudo evitar mostrarla.