La técnica de hacer tambores en la aldea de Corozal, se ha ido heredando de una generación a otra como para preservar la riqueza cultural de los garífunas.
Mientras algunos nativos de Corozal enfilan sus cayucos hacia alta mar en busca de la cosecha del día, algunos como Juan García Lalín se quedan en tierra firme fabricando los instrumentos que los garífunas hacen “gritar” en sus ritos o en sus manifestaciones en defensa de sus derechos.
Las manos callosas de García, templan desde hace 25 años el cuero conque se elaboran los tambores, tal como se lo enseñó su padre.
“Solamente me ponía a ver cómo lo hacía él y de repente me dio por hacerlos yo mismo sin ninguna ayuda”.
Comentó que la caja de resonancia del instrumento puede hacerse de diferentes especies de árboles, pero que él prefiere el aguacate porque es más fácil de conseguir.
Una vez moldeado el tronco del árbol con una gubia y un mazo, se coloca el cuero y se templa con un bejuco especial que tiene muchas espinas, pero que es muy fuerte. Para poder manejarlo sin lastimarse se alisa previamente, expresó.
El cuero puede ser de ternero, de cabro, venado y de ovejo. Todos son buenos pero el de ovejo suena mejor, expresa.
Luego de lijar el cuero, el instrumento está listo para hacerlo sonar en los ritos y danzas garífunas donde se ponen de manifiesto sus poderes místicos de convocación.
Eterno acompañante
Recordó que el tambor acompañó a los garífunas durante el largo viaje por mar que hicieron sus antepasados desde África para llegar a costas de América.
Esos tambores hacían que los esclavos remaran más rápido y empujaran las flotas. Se dice que cuando los tamborileros dormían, el remo se paraba. Sin ese ritmo explosivo los esclavos también se dormían remando.
Hoy en día el garífuna sigue creyendo en los poderes convocatorios de los tambores. Tras una muerte en la comunidad, tocan sus tambores de casa a casa, como notificación a los vecinos de la muerte y un llamado al velorio, donde bailar Punta y tocar es muy común, porque consideran la muerte una transición.