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Difuntos tienen su altar en el museo

  • 20 noviembre 2011 /

Se incluyen diversos elementos aromáticos que simbolizan la purificación del alma, así como diversas especies de hierbas de olor.

La tradición mexicana de rendir culto a los muertos en el mes de noviembre se ha trasladado a San Pedro Sula a través del Museo de Antropología que tiene abierto al público un altar en honor a los que partieron al más allá. El altar con ofrendas para los difuntos estará abierto hasta el último día de este mes para que el público sampedrano pueda visitarlo sin costo alguno, dijo Julia Tábora, encargada de la Sala de Arqueología del museo.

El Día de Muertos en México representa una mezcla de la devoción cristiana con las costumbres y creencias prehispánicas y se materializa en el tradicional altar-ofrenda, un rito respetuoso a la memoria de los muertos.

Su propósito es atraer sus espíritus. Consiste en obsequiar a los difuntos que regresan a convivir con sus familiares, los alimentos y objetos preferidos por ellos en vida, para que vuelvan a gozar durante su breve visita. Para el caso, si le gustaba jugar naipe se le coloca una baraja entre sus ofrendas, explicó Tábora. Además de los alimentos, no debe faltar algo de cada uno de los cuatro elementos de la naturaleza: tierra, frutos; viento, papel picado de colores; agua y fuego, unas veladoras.

En la ofrenda también se coloca sal que purifica, copal para que las ánimas se guíen por el olfato, flor de cempasúchitl que se riega desde la puerta hasta el altar para indicar el camino a las almas.

Aquí siempre hay alguno de la familia esperando la llegada de ellas para demostrarle su respeto y compañía. Los mexicanos hacen de la muerte un motivo para sonreír, se burlan de ella, le dedican versos y la gente prepara casi un banquete para que sus muertos regresen de visita cada año a sus hogares.

Las casas, los panteones, las calles y las iglesias se llenan de adornos para demostrar que los que se fueron no han sido olvidados. El altar de muertos se le dedica a los seres queridos, colocando en él todo lo que en vida le gustaba a esa persona. Su comida favorita le ayudará al difunto a encontrar el camino a casa.

Se colocan fotos de los fallecidos, calaveritas de azúcar, chocolate, amaranto, piloncillo, pan de muerto, aparte se pueden poner los cigarros del difunto o su licor favorito.

Entre los mexicanos, la muerte tiene un sentido singular, a veces aparece como una arraigada tradición que hinca sus profundas raíces en el pasado indígena; en otras ocasiones, aparece un escenario donde se mueven y disfrazan figuras del recuerdo; objetivo de ofrendas de la más diversa índole, dulces, pan, flores, y alimentos varios. Sin embargo, la tradición, aunque permanente, se acentúa los días 1 y 2 de noviembre, día de los ángeles y fieles difuntos respectivamente.

No obstante, el altar puede permanecer durante todo el mes.