Cuando el pastor evangélico Samuel Fajardo le dijo a la empleada bancaria que venía de El Infierno, pero que también conoce La Gloria, ella le pidió que hablara en serio.
El reverendo había llegado a realizar un trámite al banco que requería de unos datos generales, los cuales trató de dar con mucha seriedad, pero la muchacha creyó que estaba bromeando.
Tuvo que explicarle que como pastor de Villanueva, solía visitar las aldeas El Infierno y La Gloria, donde ayuda a varios grupos campesinos en labores comunales.
Es más difícil el acceso a La Gloria porque está más arriba de El Infierno. Ambas comunidades se comunican por un escabroso camino el cual es factible transitarlo solamente a pie, ya que ni siquiera los carros de doble pueden entrar.
La imagen de una virgen parece darle la bienvenida a los viajeros que quieran visitar la comunidad.
Fajardo dijo que quienes más han sufrido los comentarios maliciosos de los foráneos son los pobladores de El Infierno quienes, cansados de que les dijeran diablos, decidieron registrar la comunidad como El Pino, en uno de los puntos y en otro como El Paraíso.
Ahora resulta que cuando alguien les pide su lugar de residencia, nadie sabe dónde queda El Pino ni el Paraíso. Terminan recordándoles que es el mismo Infierno, entonces es como si no le hubieran cambiado nombre.
Pedro Villalobos, uno de los dirigentes comunales de El Pino, dijo que cuando ellos llegaron a ese lugar, lo que había era una hacienda que se llamaba El Infierno.
Los vecinos insisten en desterrar ese nombre tan feo, pero la gente sigue diciéndole El Infierno, a todo ese sector. “No es justo que a un lugar tan bonito le digan así, por eso aquí le llamamos El Paraíso”, dijo Emilio Sánchez, quien tiene 23 años de vivir en esa comunidad.
Lo dicen
“Desapareció el letrero que decía ‘Bienvenidos al Infierno’. ahora se llama El Paraíso”
Emilio Sánchez
Vecino
“Dentro de lo que es El Infierno está Montemaría, El Paraíso, Nueva Esperanza y El Pino”.
Magdalena Amaya
Pobladora
