Raúl Castro cumple hoy 100 días en la presidencia de Cuba, afincado en el poder con los militares y comunistas veteranos, al frente de una lenta transformación que unos creen aparente y otros, una transición sin marcha atrás luego de medio siglo de revolución.
Si bien lideraba el país de manera provisional desde el 31 de julio de 2006, cuando enfermó Fidel Castro, Raúl emergió el 24 de febrero como el “número uno” luego de que su hermano, de 81 años, renunciara a la presidencia por problemas de salud.
Transformación
Cuba entró entonces en una nueva fase de su historia: retirado, el líder comunista se dedicó a escribir, y Raúl emprendió ajustes para garantizar la continuidad de la revolución, ante el inevitable relevo de la vieja dirigencia.
Despertando gran expectativa, Raúl, que hoy cumple 77 años, abrió en su gobierno interino un debate de los problemas que todos lamentaban en voz baja; y ya investido presidente eliminó prohibiciones que para los cubanos eran, además de absurdas, insultantes.
Ahora pueden comprar computadores, tener celulares, hospedarse en hoteles y rentar autos, algo que antes sólo podían hacer empresas, turistas o extranjeros residentes. Declarándolo “asunto de máxima seguridad”, Raúl inició una reforma agrícola para aumentar la producción de alimentos, con mejor pago al campesino, reparto de tierras y descentralización del sector.
Cambios
Los intelectuales se rebelaron contra el asomo de la censura y defendieron la diversidad de opiniones.
La prensa local, siempre complaciente, incluso el diario Granma abrió espacio a quejas por el salario, el transporte, la burocracia y hasta por las filas en la famosa heladería Coppelia. Boquiabiertos, los cubanos vieron hace poco en la televisión amores gais y travestis contando sus historias, en una campaña liderada por Mariela, hija de Raúl, inusitada en un país que arrastra años de marginación contra los homosexuales.
Pero la lista de reclamos es larga. La encabezan la apertura de pequeños negocios, la abolición del permiso para viajar y de la doble moneda, pues el salario llega en pesos devaluados y mucho se compra en moneda dura.
“Hace falta que las medidas, más que tocar a la puerta, entren a la casa y lleguen a la mesa, pero rápido”, dijo Pablo, un estudiante de economía, de 22 años.