18/12/2025
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Colón, el almirante histórico de los océanos

Cristóbal Colón, el misterioso navegante que ostentó el título de Almirante de la Mar Océana, murió hace 500 años en la ciudad española de Valladolid, sin saber que había protagonizado un descubrimiento revolucionario, había encontrado un Nuevo Mundo.

Cristóbal Colón, el misterioso navegante que ostentó el título de Almirante de la Mar Océana, murió hace 500 años en la ciudad española de Valladolid, sin saber que había protagonizado un descubrimiento revolucionario, había encontrado un Nuevo Mundo.

Genovés, veneciano, portugués, gallego, corso, catalán o mallorquín, los científicos siguen intentando en este siglo 21 determinar con certeza el lugar de nacimiento de Cristóbal Colón.

Según la mayoría de los historiadores, Cristóbal Colón, uno de los cinco hijos de un matrimonio de tejedores, Doménico Colombo y Susana Fontanarrosa, nació en Génova, en 1451. Desde su adolescencia abrazó la vocación de marinero y a los 19 años recorría el mar Mediterráneo, Inglaterra y Portugal, cuando florecía el tráfico de esclavos.

Afirman que nunca escribió en italiano, pero sí en castellano, lengua que hablaba con lusitanismos y catalanismos. En su juventud aprendería un latín, útil para devorar libros y subrayar los párrafos que le interesaban, como los del matemático Paolo dal Pozzo Toscanelli, de quien recogió datos que había transmitido Marco Polo sobre el Cipango, Japón, y el Gran Khan.

Apasionado, contradictorio por su credulidad y racionalidad al mismo tiempo, medieval pero moderno, Cristóbal Colón fue un aventurero del mar, que, no obstante, supo armarse de paciencia y esperó más de 10 años hasta conseguir financiación y apoyo para llevar a cabo su proyecto.

Colón sostenía que podía alcanzarse el lejano oriente, las Indias, viajando hacia el oeste, y que era posible realizar el viaje por mar con posibilidades de éxito, pese a sus cálculos erróneos sobre las distancias. Hay quienes sostienen que Colón sabía más de lo que decía sobre la existencia de tierras al otro lado del océano.

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Se dice que la tumba de Colón está en la catedral de Sevilla.

Antes de lanzarse a la aventura mientras arreciaban piratas y naufragios, Colón, se estableció en la isla portuguesa de Madeira, en Porto Santo, donde se casó con Felipa Moniz de Perestrello, hija del primer gobernador local, con quien tuvo a su hijo Diego.

Fallecida su esposa en 1485, Colón se trasladó cerca del Puerto de Palos, donde fue recibido por los franciscanos del convento de La Rábida y obtuvo el respaldo del ex confesor de la reina Isabel, fray Juan Pérez, figura clave en las negociaciones para convencer a la corona de su prometedor proyecto.

Mientras esperaba la decisión de los monarcas, reticentes porque al parecer la ambición de Colón era desmesurada, conoció a Beatriz Enríquez de Arana, una joven de origen humilde, con quien tuvo su segundo hijo, Hernando, nacido el 15 de agosto de 1488, hecho que lo llevó a pintar mapas y vender libros con estampas para ganarse la vida. Tras sus infructuosos intentos ante la corona portuguesa e inglesa, fueron Fernando e Isabel la Católica, por entonces reyes de Castilla y Aragón, quienes respaldaron la aventura, pero sobre todo la joven soberana.

El 17 de abril de 1492 firmaron las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, una especie de contrato que otorgaba a Colón el título de Almirante de la Mar Océana, pero que alimenta el misterio sobre lo que Colón conocía o no acerca de las tierras que descubriría. De ahí que algunos investigadores se pregunten si hubo un “predescubrimiento”.

¿Navegante genial o comerciante?

La compleja personalidad de Cristóbal Colón no deja de intrigar a historiadores y especialistas, mientras España conmemora el próximo sábado los 500 años de su muerte en Valladolid. Fue un marino destacable, un explorador visionario, hábil negociador, tenaz y voluntarioso, un buen cristiano querido por las mujeres y su familia, que cambió el curso de la historia.

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Otra versión apunta a que los restos del almirante están en Santo Domingo.