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17 mil muertos en tres años

  • 08 febrero 2010 /

Cuando el presidente mexicano Felipe Calderón les declaró la guerra a los narcotraficantes, no calculó que tres años después el saldo sangriento sería de más 17 mil muertos.

    Cuando el presidente mexicano Felipe Calderón les declaró la guerra a los narcotraficantes, no calculó que tres años después el saldo sangriento sería de más 17 mil muertos.

    Son 45 mil los militares que combaten en todo México junto a 20 mil agentes de la Policía Federal que han logrado detenciones y decomisos importantes; pero el resultado general de esta guerra no convence a la mayoría de los mexicanos. La violencia se ha multiplicado y aunque el Gobierno trata de convencer que los criminales están cada vez más cercados, los únicos que parecen estar en un callejón sin salida son el propio Calderón y su guerra. Los cárteles de la droga mueven anualmente en México 10 mil millones de dólares con el tráfico de cocaína, heroína y marihuana, reveló el ministro de Seguridad Pública mexicano, Genaro García Luna.

    La cifra se acerca peligrosamente a la mitad de lo que México recibió en 2007 en remesas enviadas por sus ciudadanos desde el exterior. Estos envíos representaron la segunda fuente de ingresos del país, detrás del petróleo y por delante del turismo. El ascenso de la violencia en los últimos meses -hay jornadas que superan la veintena de muertos y los ataques son cada vez más osados- se debe a que la estrategia actual del crimen organizado “es la violencia extrema”, dijo el ministro. Los cuatro estados donde se concentra más del 60% de los homicidios dolosos de todo el país son: los norteños Chihuahua (sede del cártel de Juárez), Sinaloa (base del cártel del mismo nombre) y Baja California (cártel de Tijuana) y el sureño Michoacán, donde opera el grupo de sicarios conocido como “La Familia”.

    El otro cartel temido es el del Golfo y su brazo armado Los Zetas. En 2009 se batieron todos los récords con 7,300 asesinados. La mayoría son sicarios, militares, policías y gente vinculada a las mafias pero también hay testigos protegidos, periodistas, mujeres, profesores y niños.

    Y aunque se ha detenido a más de 50 mil personas, sólo en un 1.8% de los casos ha habido sentencia en firme. Crueldad La creciente crueldad de los ataques ha alimentado el miedo. La exhibición de cadáveres torturados, mutilados o decapitados con notas amenazantes es casi habitual. Los tiroteos en plena calle ya no sorprenden y cada vez hay más ataques contra la población civil que rayan en terrorismo, una estrategia que el crimen organizado mexicano sólo ha empleado una vez, en 2008, cuando granadas lanzadas en pleno centro de Morelia mataron a ocho personas, hirieron a más de 100 y dejaron a todo el país conmocionado.

    Los carteles, especialmente La Familia Michoacana, se han dado cuenta de que, dada la saturación de muertes, éstas deben ser más visibles para destacar en los medios, crear alarma social y forzar al Gobierno a doblar su brazo.

    La disputa por las plazas mexicanas ha hecho escalar asimismo la crudeza de la guerra abierta entre los propios señores de la droga, con el cártel de Sinaloa casi contra todos, especialmente contra sus ex aliados los hermanos Beltrán Leyva, y con Los Zetas, brazo armado del cártel del Golfo, intentando mantener su territorio frente a La Familia, sus antiguos socios.

    “Existe una disminución del nivel de sicariato, en estos años han debido morir unas 17 mil personas relacionadas con ese mundo, y no es fácil encontrar esa mano de obra especializada”, explicó el jefe policial.

    “Los grupos bajan su nivel, recurren a pandillas; Los Zetas recurrieron a los kaibiles guatemaltecos, el cártel de Sinaloa a la Mara Salvatrucha”, agregó. La otra razón de la crueldad es, por supuesto, “ejercer el terror, intimidar”. Decapitados, descuartizados, disueltos en ácido... ya nada es suficiente para amedrentar.