REDACCIÓN. La insatisfacción corporal junto con el bombardeo de mensajes publicitarios en los que imponen tener un cuerpo delgado para ser bella y exitosa, conducen a muchas niñas y adultas jóvenes a hacer dietas excesivas y consumir cualquier fármaco, lo cual aumenta el riesgo de anorexia.
Y por si fuera poco, un nuevo estudio demuestra que aquellas que usan laxantes o píldoras de adelgazar tienen más riesgo de ser diagnosticadas en los años posteriores de este trastorno de la alimentación.
Descrita por primera vez en 1873, la anorexia se caracteriza por la distorsión de la imagen corporal, que se acompaña de un adelgazamiento extremo (más del 35% del peso corporal) y que lleva a la persona a mostrar un fuerte miedo por adquirir kilos.
Es también el más grave de todos los trastornos que tienen que ver con la alimentación y el más mortal.
FUNCIÓN DE LOS LAXANTES
Se trata de medicamentos que se consumen por vía oral o rectal, que sirven para acelerar los movimientos del intestino y facilitar la cantidad o frecuencia de las evacuaciones fecales.
No obstante, los gastroenterólogos señalan que no son el método para ‘empujar’ los alimentos a través del cuerpo rápidamente y evitar la ingesta de calorías o el aumento de peso.
Estos productos están diseñados para aliviar el estreñimiento, inducen deposiciones (defecar) y afectan el intestino grueso. Claramente, no ayudan a una persona a perder peso.
En su lugar, es agua, minerales y electro litos lo que se pierde con su uso. Cualquier ‘pérdida de peso’ resultante es en realidad temporal.
El riesgo de esta práctica puede volverse adictiva y provocar estas consecuencias: dolor abdominal, diarrea, deshidratación, debilidad, visión borrosa, espasmos musculares, arritmia cardiaca y ataque cardiaco, parálisis intestinal, inflamación del páncreas, síndrome de intestino irritable (SII), insuficiencia renal, infecciones del tracto urinario y mayor riesgo de cáncer de colon.
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La nueva investigación fue dirigida por científicos de la Escuela de Salud Pública de Harvard TH Chan y del Boston Children’s Hospital, ha sido publicada en el ‘American Journal of Public Health’ (AJPH).
Los científicos analizaron datos de 10,058 mujeres y niñas de 14 a 36 años que participaron en el Estudio Growing Up Today (GUTS) con sede en Estados Unidos.
SEÑALES DE RIESGO
La alerta principal es que la jovencita empiece a hacer una dieta restrictiva, evitando alimentos que pueden engordar, incluso evitar la comida en su totalidad.
Los padres de familia deben fijarse en que la niña da mucha importancia al aspecto físico, realiza actividad física de forma intensiva, es exigente y perfeccionista con su imagen, empieza aislarse socialmente, rechaza comidas con los amigos y vomita con frecuencia.
Cabe señalar que, la mayoría de las personas que padecen anorexia o cualquier otro trastorno alimenticio, tienden a negarlo. Por lo que se debe tomar medidas con el fin de apoyar a la paciente, en vez de juzgar.
En estos casos, los psicólogos enseñan a las familias a acompañar y a gestionar la enfermedad en equipo.
¿QUÉ HACER AL RESPECTO?
Para ayudar a una persona que sufre problemas de alimentación, será imprescindible trabajar con su autoestima, haciéndole ver que la percepción de sí misma irá fluctuando en función de los logros y refuerzos externos.
Además, es importante que sepa que para bajar de peso no debe comer menos, ni mucho menos recurrir a los laxantes, sino comer más saludable.
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Un nutricionista puede ayudarle a diseñar un plan de alimentación sano y balanceado según su edad.