El siniestro caso de la "Mataviejitas": ultimó a 17 ancianas y fue capturada por un despiste
Así cayó, por un despiste, Juana Barraza, victimaria de 17 ancianas. Durante años, la Policía la buscó sin poder capturarla
- Actualizado: 23 de julio de 2025 a las 00:00 -
Juana Barraza Samperio nació el 27 de diciembre de 1957 en Epazoyucan, Hidalgo, México. Desde sus primeros años de vida, enfrentó una realidad brutal marcada por el abandono, el abuso y la violencia. Su madre, una mujer alcohólica, no solo la privó de afecto y educación, sino que la sometió a un ambiente de constantes maltratos físicos y psicológicos. Juana no podía tener amigos ni asistir a la escuela. El poco dinero que conseguían, su madre lo gastaba en alcohol.
Pese a su difícil pasado, logró adquirir conocimientos básicos en enfermería y, gracias a su complexión robusta, incursionó en la lucha libre profesional bajo el seudónimo “La Dama del Silencio”. También vendía palomitas de maíz en las afueras de las arenas de lucha.
Aunque se presume que sus primeros delitos ocurrieron a finales de los años 90, fue entre 2003 y 2006 cuando Juana Barraza se convirtió en protagonista de una de las más escalofriantes oleadas de asesinatos seriales en la historia de México. Conocida por la prensa como "La Mataviejitas", se le adjudican entre 42 y 48 asesinatos de mujeres de la tercera edad, quienes en su mayoría vivían solas.
Barraza se hacía pasar por enfermera o trabajadora del gobierno, ofreciendo ayuda con trámites de programas sociales destinados a personas mayores de 70 años. Una vez dentro del hogar, tomaba el té con sus víctimas, ganaba su confianza y, en algún momento, las atacaba con extrema violencia. Muchas fueron estranguladas con cordones, bufandas, cables o incluso estetoscopios. En algunos casos, también sufrieron heridas por armas punzocortantes. Todas fueron robadas.
La investigación inicial enfrentó múltiples desafíos. Desde 1942 no se habían registrado crímenes con un patrón similar, y las autoridades no contaban con experiencia para abordar un caso de asesino serial.
Basados en descripciones de testigos y análisis de escenas del crimen, los investigadores elaboraron un perfil del sospechoso: una persona alta, corpulenta, de entre 45 y 50 años, con espalda ancha, manos grandes, cabello corto, que se vestía como enfermera. Dadas las características físicas, la hipótesis más fuerte era que se trataba de un hombre disfrazado, dada la fuerza con la que eran ejecutados los estrangulamientos. El caos mediático, la presión política y el temor social derivaron en errores judiciales.
Los investigadores identificaron un patrón geográfico: los crímenes se concentraban cerca de parques, jardines o estaciones de metro, lo que facilitaba el acercamiento a las víctimas y el escape del asesino. Se elaboraron 125 retratos hablados, e incluso se hizo un modelo en plastilina del rostro del supuesto criminal, con la esperanza de que alguien pudiera identificarlo.
Como si se tratara de una trama de suspenso, los policías pegaban mapas en las paredes, analizaban lapsos entre cada asesinato y reconstruían las escenas del crimen en busca de una conexión reveladora. Aún así, los errores y la confusión continuaban.
Todo terminó la tarde del 25 de enero de 2006. Joel López, un trabajador que rentaba una vivienda a Ana María de los Reyes, de 82 años, notó que las ventanas del departamento de la anciana estaban abiertas. Al no obtener respuesta, entró y encontró el cuerpo de la mujer en el suelo, estrangulada con un estetoscopio.
Minutos después, vio salir a una mujer de complexión robusta de la escena. “Ese pequeño instante fue de mirarnos a los ojos. Nunca hubo un diálogo con ella”, relató López en el documental de Netflix “La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas”.
Juana Barraza fue capturada en el lugar. Al ser interrogada, terminó confesando varios de los asesinatos. En 2008, fue condenada a 759 años de prisión por 16 homicidios y robo, aunque se cree que cometió muchos más.