Durante meses, la escasamente poblada Dakota del Sur fue testigo a distancia de cómo el coronavirus asolaba a ciudades costeras de Estados Unidos.
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Ahora, el estado soporta uno de los peores brotes en el país, pero su gobernadora se niega a imponer un confinamiento obligatorio.
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People take advantage of a warm spring day to spend time outdoors amid the coronavirus COVID-19 pandemic on April 20, 2020, at the Falls Park in Sioux Falls, South Dakota. - For months, sparsely populated South Dakota watched as the coronavirus ravaged far-off coastal cities. The state now has one of the largest outbreaks in the US, but its governor refuses to impose a lockdown. (Photo by Kerem Yucel / AFP)
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'Dakota del Sur no es Nueva York', dijo la gobernadora Kristi Noem, al frente del gobierno del estado conocido por sus enormes bustos presidenciales tallados sobre el granito del Monte Rushmore, que cuenta con una densidad de poco más de cuatro residentes por kilómetro cuadrado.
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A pesar de las peticiones de los ciudadanos preocupados por vivir lejos de grandes centros médicos, una carta abierta de profesionales de la salud y la presión de funcionarios de su propio partido, la gobernadora republicana Noem asegura que el confinamiento no es una opción.
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Hasta los primeros días de abril, Dakota del Sur había registrado apenas unos 100 casos de COVID-19. Actualmente suma casi 1.700 infectados y siete muertes.
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Una planta procesadora de carne de cerdo se convirtió en el mayor foco de contagio en la ciudad al exponer directamente al virus a casi 900 personas, entre empleados de la fábrica y sus familiares.
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Las infecciones relacionadas con Smithfield representan el 55% de la carga en el estado, que ha superado con creces a sus estados vecinos mucho más poblados, si se toman las cifras per cápita.
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El New York Times informó que el número de casos originados en Smithfield Foods ha superado incluso los registrados en el barco naval USS Theodore Roosevelt y la cárcel de Cook County en Chicago.
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Abebe Lamesgin, que llegó de Etiopía hace unos 15 años con su esposa, trabajadora de Smithfield, informó que su esposa fue diagnosticada con coronavirus.
'La empresa para la que yo trabajo nos informó sobre la enfermedad y cómo protegernos. Smithfield no hizo nada', dice Lamesgin, un carpintero de 54 años y sacerdote de medio tiempo en una iglesia ortodoxa etíope.
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Andom Yosef, 38, es uno de los empleados de la procesadora de cerdos que dio positivo por coronavirus tras infectarse del virus en la fábrica que cerró sus puertas hasta el 15 de abril por presión de la población local.