La era Harajuku de Gwen Stefani fue una de las más exitosas de toda su carrera. Para quienes no lo recuerden, comenzó con el lanzamiento de su primer disco en solitario en 2004 y duró varios años.
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Nadie puede negar que ella contribuyó a popularizar esa subcultura nacida en el barrio del mismo nombre ubicado en Tokio, y la estética que adoptó en muchos de sus videoclips tuvo además un impacto directo en la moda mainstream.
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Sin embargo, hay una línea muy delgada que separa el homenaje de la apropiación cultural, y a día de hoy hay quien considera que la cantante la cruzó descaradamente.
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Ese fenómeno del que tanto se habla hoy en día consiste en adoptar elementos culturales de una minoría -desde ropa a peinados, como fue su caso- sin informarse acerca de su historia o su significado y sin pararse a considerar a menudo la discriminación que ha sufrido históricamente ese colectivo.
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Para Gwen, esas críticas resultan muy dolorosas porque su amor hacia la cultura japonesa surge de un lugar muy “inocente”.
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“Cuando era pequeña, su padre viajaba con frecuencia al país para trabajar con Yamaha y a su regreso le contaba historia que la intrigaban y fascinaban al mismo tiempo. Ya de adulta, tuvo la oportunidad de visitar Japón y lo primero que pensó era que había encontrado su lugar”, dijo Gwen Stefani en su entrevista con la revista Allure.
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“Esa fue mi influencia japonesa, una cultura tan rica en tradiciones y a la vez tan futurista, que dedica tanta atención al arte, a los detalles y la disciplina, y me fascinó por completo”, ha explicado a la revista Allure.
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“Cuando fui a Harajuku dije «Dios mío, soy japonesa y no lo sabía». Lo soy, ¿sabes? Soy súper fan”, agregó la cantante estadounidense.
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“Si la gente me va a criticar por ser fan de algo bello y compartirlo, entonces creo que eso no tiene sentido. Y no estoy de acuerdo. Creo que fue una hermosa época de creatividad... una época de ping-pong entre la cultura Harajuku y la moda. Creo que no pasa nada por inspirarse en otras culturas, porque si no se nos permite hacerlo, entonces eso es dividir a la gente, ¿verdad?”.
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Durante su entrevista con Allure, Gwen fue interrogada por la periodista, Jesa Marie Calaor, quien es filipina estadounidense. La comunicadora expresó su malestar por la respuestas de Stefanie.
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“Igual que Stefani, yo tampoco soy japonesa. Pero soy una mujer asiática viviendo en América, en un momento en el que la comunidad ha vivido un alto grado de odio. Soy una mujer que ha sido agredida con insultos racistas por la calle por su apariencia, que temió por la integridad de su padre cuando viajaba en el metro de Nueva York y que explotó de rabia cuando sus abuelos fueron atacados y asesinados por ser asiáticos”, dijo la periodista.
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“Envidio a cualquiera que puede ser parte de esta comunidad tan creativa, vibrante... y al tiempo evitar toda la narrativa que conlleva y que puede resultar dolorosa y aterradora”, expresó.
Frazer Harrison
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Cuenta Calaor que después de la entrevista, la publicación recibió una llamada del equipo de Stefani asegurando que la periodista «debió malinterpretar» las palabras de la cantante, y que incluso ella llegó a plantarse si pudo ser así, pero después asegura que Gwen Stefani llegó a decir varias veces que era japonesa. Y que se planteó que pudo equivocarse con la primera, pero era imposible que repitiera ese discurso varias veces y todas fueran por error.