Así fue la estricta educación de Abraham Quintanilla, padre de Selena
Abraham Quintanilla siempre tuvo empeño en que sus hijos llegaran a ser artistas desde que eran niños y que esta fue la razón por la que, tanto Selena como Suzette y Abraham Jr, vivieron una infancia difícil
- Actualizado: 13 de diciembre de 2025 a las 17:43 -
El fallecimiento de Abraham Quintanilla Jr. a los 86 años ha desatado una nueva ola de reflexión en Estados Unidos, especialmente entre los fans de la música latina. Mejor conocido como el padre y manager de Selena Quintanilla durante muchos años, Abraham Quintanilla fue una figura central detrás de una de las carreras más influyentes en la historia de la música estadounidense. Si bien la voz y la presencia de Selena marcaron una época, gran parte de la estructura detrás de su ascenso fue construida discretamente por su padre.
Si bien la causa de su muerte no se ha detallado públicamente, el momento en que se dio la noticia ha renovado las conversaciones sobre la trayectoria de Selena, su familia y el papel que Abraham desempeñó en la formación de su camino. Para muchos, su fallecimiento representa el cierre de un capítulo en una de las historias más significativas de la historia cultural latina de Estados Unidos.
Un padre antes que un mánager. Antes de ser conocido como mánager musical, Abraham Quintanilla fue primero un padre que buscaba la estabilidad de sus hijos a través de la música. Reconoció el talento de Selena desde una edad temprana y creía que la disciplina y la estructura eran esenciales para el éxito a largo plazo.
Desde la contratación de conciertos hasta la gestión financiera y los ensayos, Abraham supervisó casi cada detalle. Su enfoque fue estricto, a veces controvertido, pero siempre enfocado en proteger a su hija en una industria que, según él, podía ser implacable.
Durante las décadas de 1980 y 1990, Abraham Quintanilla tomó decisiones clave para la carrera de su hija, incluida su salida de la escuela para enfocarse de lleno en giras, presentaciones y grabaciones. Muchas de las primeras actuaciones se realizaron en el restaurante familiar PapaGayos, donde la cantante comenzó a forjar su experiencia escénica. En 1993, Abraham fundó Q Productions, empresa desde la cual impulsó la proyección nacional e internacional de Selena.
Aunque públicamente la llamaba “mi niña”, en el ámbito profesional Abraham la trató como una artista de alto rendimiento, sometiéndola a agendas exigentes y manteniendo un control estricto sobre su entorno personal y laboral. Esta disciplina fue vista por algunos como una crianza severa, pero también como un factor decisivo para consolidar su éxito. La propia Selena reconoció en distintas ocasiones que no soñaba inicialmente con ser cantante, sino que fue su padre quien supo encaminarla hacia ese destino.
Uno de los episodios más tensos en su relación ocurrió cuando Selena inició una relación sentimental en secreto con Chris Pérez, guitarrista de la banda. Al enterarse, Abraham lo despidió al considerarlo una amenaza para la carrera de su hija. En 1992, Selena y Pérez se casaron a escondidas, lo que provocó un distanciamiento temporal entre padre e hija, aunque con el tiempo lograron reconciliarse.
A pesar de los conflictos, la unidad familiar fue siempre un valor central para Abraham Quintanilla. Tras la muerte de Selena, esa cohesión se mantuvo y se reflejó en la preservación de su legado artístico y cultural. El Museo de Selena, ubicado en Corpus Christi, Texas, se convirtió en un espacio emblemático donde su padre continuó trabajando y compartiendo la memoria de la cantante con el público.
En una entrevista concedida hace un año, Abraham Quintanilla habló sobre el dolor persistente por la pérdida de su hija y la esperanza que encuentra en su fe religiosa. Señaló que él y su esposa, Marcella Samora, confían en que algún día volverán a verla, según sus creencias bíblicas. También expresó que evita pensar en escenarios hipotéticos, aunque reconoció que, de seguir viva, Selena probablemente habría alcanzado un estrellato aún mayor o habría optado por una vida familiar.
Pese a la dureza de su modo de crianza, Abraham amaba a sus hijos y ellos también adoraban a su padre.