“En los últimos dos meses la situación ha empeorado cada vez más. Tengo mucho miedo y no salgo de casa. Empiezo a sentir que vivo en una burbuja, y es algo que nunca había experimentado. No sé quién está ahí fuera, quién me sigue, quién me acosa. Sé que mucha gente dice, ‘bueno, eso es parte de tu trabajo’. Pero no, no debería”, sentenció Spiranac.