España empezó el Mundial en tromba, con un triunfo 7-0 sobre Costa Rica, pero fue un simple espejismo en el desierto: el empate ante Alemania (1-1) y sobre todo la derrota 2-1 ante Japón rebajaron la euforia, evitaron el liderato de grupo y enviaron a este cruce con Marruecos, que ha terminado siendo una trampa mortal.