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'No me interesa el Óscar”: Jude Law

  • Actualizado: 05 enero 2013 /

El excompañero de hogar de Sienna Miller habla de su vida, sus hijos y su nueva cinta: “Anna Karenina”.

    Es muy temprano en el centro de Toronto. El tráfico de las calles ni siquiera ha despertado. Solo los madrugadores corren en bicicletas o buscan algún café. Hasta el conserje del Hotel Park Hyatt tiene cara de dormido. Pero en el noveno piso, en la suite 921, Jude Law está muy despierto. Para él parece que fuera mediodía y en cierta forma lo es. “Llegué ayer por avión y hoy me desperté a las seis de la mañana”, comenta Jude apenas nos recibe para compartir el desayuno “Estoy en mi horario de Londres y por eso estoy tan despierto, pero no creo que vaya a estar tan bien a la tarde... llegaste en la hora perfecta” (risas).

    -¿Es cierto que el nombre de Jude lo habían elegido tus padres por la canción Hey Jude de Los Beatles?

    En realidad, mi madre tuvo varias razones para ponerme el nombre de Jude. Había sido por la canción de Los Beatles, pero también creo que fue por el libro Jude the obscure.

    -¿Te llevaban seguido al cine?

    Sí, mi padre me llevaba a ver películas como Rocky, cosas así. Pero pude ver los dos costados del cine porque con mi madre iba a ver películas completamente distintas como Padre padrone.

    -¿Y con gustos de cine tan diferente tus padres siempre se llevaron bien?

    (Risas). Bueno, me llevaban a ver las películas que les gustaban. Pero sí me presentaron dos diferentes estilos de cine que amo.

    -¿Es verdad que tus padres tenían una escuela de teatro en Francia?
    No, es una confusión. Los dos eran maestros en Londres y mucho después, 20 años atrás, se jubilaron y se mudaron a Francia. Pero antes vivieron ahí seis meses y manejaron pequeñas compañías de teatro en Francia y también Italia y Londres, pero no tienen una escuela, solo que fueron maestros muchos años.

    -¿Y qué opinaron cuando decidiste dejar los estudios para trabajar como actor definitivamente?

    Para ellos estaba bien, pero también siento que probablemente no hubiesen podido persuadirme de otra forma. Igual me apoyaron muchísimo considerando que eran maestros. Supongo que reconocieron que en cierto punto yo tenía que tomar la decisión de dedicarme a la actuación o a lo mejor podía perder la oportunidad. Y me lo permitieron.

    -¿Qué edad tenías cuando lo decidiste?

    17.

    -¿Entonces es cierto que dejaste la escuela por la mitad para empezar una telenovela en Inglaterra?

    Es cierto.

    -¿Qué tan difícil fue semejante decisión?

    No fue tan terriblemente difícil (risas).

    -¿Pero fue porque realmente necesitabas más tiempo para trabajar? ¿No hubieras podido estudiar y trabajar al mismo tiempo?

    Simplemente sabía adónde quería ir en mi vida. Y supe que si no llegaba a ningún lado, también iba a estar feliz de volver después a la escuela.

    No es que no me gustaban los estudios, los disfrutaba y hubiera ido también a la universidad para completar mi educación, pero hice este programa de televisión que tampoco disfruté demasiado y también me ofrecieron una obra de teatro al mismo tiempo. Eso es algo que siempre me encantó. En teatro trabajé casi continuamente unos cuatro años hasta que me llevaron a Broadway.

    -Hablando de estudios, ¿crees que la televisión hoy es la escuela de actuación que antes solía ser el teatro?
    No, creo que el teatro siempre va a ser la mejor escuela para la actuación.

    En la londinense Lweisham, Jude Law nació el 29 de diciembre de 1972. Con apenas 12 años ya estaba haciendo teatro en el National Youth Music Theatre y a los 17 dejó los estudios para dedicarle tiempo completo a la actuación cuando lo contrataron como protagonista de la telenovela Families.

    El teatro inglés siguió presente en su carrera, como cuando lo nominaron al premio Laurence Olivier y se mudó a Broadway para protagonizar con Kathleen Turner la obra de teatro Indiscretions, por la que lo nominaron al premio Tony. Era la época en que el cine también se cruzó en su carrera y poco a poco fue destacándose cada vez más.

    -¿Qué momento de tu carrera dirías que cambió tu vida?

    Si miro atrás, tal vez haya sido la película The talented Mr. Ripley. Probablemente, sí. A lo mejor Gattaca también.

    - ¿Y las dos veces que fuiste nominado al óscar?

    Las diferentes nominaciones del óscar tuvieron un gran efecto en mi carrera. Me pusieron en realmente afortunados y diferentes escenarios que antes no había conocido. Y por supuesto, si volviera a suceder otra vez, aunque tampoco fuera a ganar, sería maravilloso.

    Voy a ser honesto: no creo que pueda embarcarme en ningún proyecto con la idea de tomar decisiones con base en una carrera en ese sentido porque entonces solo terminaría tomando las decisiones equivocadas. No se puede decir: “Voy a hacer esta película porque va a significar un óscar”.
    Hay que mantener los ojos alejados de la pelota, pensando en lo que uno está haciendo. Esa tiene que ser la intención y la motivación porque, si no, no creo que nunca llegue a cumplirse semejante deseo.

    -¿Ganar el óscar es un poco el equivalente a un título de nobleza en Hollywood?

    Supongo que lo es, pero hay una lista increíble de actores que no lo ganaron y grandes películas que tampoco fueron premiadas con el óscar.

    -¿Y ser nominado al menos?

    Es un poco como cuando nombran en Inglaterra a un caballero de la corona. Hay una lista de actores que aceptaron ser caballeros tan larga como la lista de aquellos actores que lo rechazaron diciendo: “No, gracias, no quiero ser caballero de la corona”.

    Es todo un cuestionamiento decidir la lista en que preferiría estar porque también los autores y actores que rechazaron el ofrecimiento fueron extraordinarios.

    -También resulta muy fácil decir que uno gana con la nominación, pero realmente gana el que se lleva el óscar a casa... ¿En este punto de tu carrera de verdad no te gustaría tener la estatuilla en las manos?

    No sé si ya me interesa. Si la ocasión se presenta, sería bastante excitante y un verdadero momento resaltante, pero también pasé por situaciones similares en otros países y festivales de cine donde me premiaron sin tener en cuenta que nunca gané un óscar.

    -¿Qué tan estricto te consideras como padre?

    Soy un gran creyente en la disciplina porque crecí en una familia muy amorosa en la que también sabía lo que podía y no podía hacer. Creo que los niños también necesitan algo así. Pero tampoco puedo dejar a mis hijos tranquilos, me las paso mordiéndolos a besos o abrazándolos. Por suerte, todavía no les molesta.

    -¿Llevas a tus hijos al cine a ver tus propias películas?

    No, eso no lo hago tanto. También están en una edad donde los empiezo a dejar ver ciertas películas, especialmente mi hijo mayor, que solamente tiene 16 años, pero le interesa mucho el cine y a lo mejor le recomiendo que vea alguna película donde me siento orgulloso por algún trabajo. Es algo que viene pasando más a menudo.

    Los más jovencitos empezaron a escuchar sobre las películas que hice en el pasado y me piden que se las muestre, pero tampoco vieron demasiado. Creo que solamente vieron AI porque está bien para sus edades y las versiones diferentes de Sherlock Holmes. Eso es todo lo que me acuerdo que vieron.


    Con un estilo de cine mucho más maduro, es difícil que Jude Law les muestre a sus hijos su nueva película Anna Karenina. Con un estilo teatral bastante original, la película trata de encontrar un ángulo diferente de la famosa novela de Leo Tolstói.

    Con Keira Knightley como protagonista, solo alguien como Jude podía interpretar a su esposo, un oficial del Gobierno de alto rango con quien tiene un hijo, en una historia que toma otro nivel cuando ella lo engaña con otro oficial mucho más joven.

    -¿Llegaste a ver versiones anteriores de Anna Karenina cuando supiste que ibas a hacer una historia tan conocida de Tosltói?
    No, porque sentí que tenía suerte con esta adaptación que muestra un mapa muy fuerte de temas esenciales del libro. Tom Stoppard es un escritor fabuloso, con un intelecto increíble, y a Joe, el director, le encanta ensayar. Crearon una versión tan apasionada que no me pareció necesario buscar nada por otro lado.

    -¿Tener al lado a Keira Knightley ayudó?

    Sí, Keira es extraordinaria. Siempre la traté como una jovencita muy ingenua. Por supuesto, uno se olvida de que ya hizo 30 películas y es toda una profesional. En esta película tuvimos escenas muy intensas y siempre estaba concentrada. Trabajó muchísimo a lo largo de todo el rodaje. Pero ya éramos amigos de antes y, claro, así todo se vuelve mucho más fácil.

    -¿Es pura casualidad que en la película Anna Karenina te hayan dado el rol de la persona mayor ahora que cumpliste 40 años? ¿Te preocupa el paso de la edad?

    No sé si me preocupa tanto como los 10 años que cumplió mi hijo hace poco. Eso sí me importa porque cumplir una cifra de dos números es bastante importante (risas).

    Pero para mí, al cumplir 40 años siento que tengo la oportunidad de cortar las cadenas porque entre los 20 y 30 años fue como caminar por un campo de minas. A los 20 me trataban como el chico nuevo que recién entra de la calle y a los 30 no paraban de pegarme para tirarme abajo.

    Por eso, los 40 me parece una década bastante emocionante, igual que los 50 o los 60, porque los roles tienen más gusto, se concentran más en la actuación, sin prestarle demasiada atención a la fama o lo que uno represente.

    Semejante futuro es bastante interesante porque es el estilo de trabajo que siempre me interesó. Siempre fui una persona optimista y no es el momento de cambiar. Siento que en el pasado tuve buenas oportunidades, pero ciertamente tengo un señalador que me lleva por la dirección correcta.

    -Al principio de la película es difícil reconocerte como alguien mucho más grande y casi calvo. Cuando te viste tan transformado en el espejo ¿te reconociste?

    (Risas). Bueno, sí. El cine es un arte muy visual y se puede conseguir bastante con una simple apariencia. Y con el director hablamos mucho sobre lo que queríamos conseguir con mi personaje.
    Me encantó jugar con los pequeños detalles como las uñas, el color de la piel y la apariencia física, con la falta de pelo, porque lo hacía más serio. Nos gustó la idea de llamar la atención con su cabeza para resaltar después el corazón. Se siente que hay un hombre que a lo mejor se ablandó con el drama que le rompió el corazón.

    -¿El paso de la edad ayuda? ¿La actuación hoy te resulta más fácil o los desafíos cambian con cada trabajo?

    Cada trabajo nuevo es todo un desafío, seguro. Solo espero que sigan ofreciéndome el estilo de oportunidades que tuve hasta ahora. La clave de una carrera fructífera se basa en la variedad, además de mantener los desafíos personales. No creo que se vuelva más fácil.

    Al contrario, todo se torna cada vez más difícil. ¿Por qué? A lo mejor es la voz interior que trata de llevarme en todas direcciones, ya sea porque uno se conoce más a medida que crece o porque al crecer también crece un poco la sabiduría.
    No me preocupan las batallas difíciles, no me preocupa volver a casa pensando que tuve que pelear demasiado. Al contrario, me pone orgulloso.

    -¿En qué estilo de roles te sentirías más cómodo?

    No sé si pueda responderte, no lo sé. Me gusta intentar nuevos caminos. Supongo que me siento más cómodo tratando algo que me pone completamente incómodo.

    -¿Y la incomodidad de la fama? ¿Se puede comparar la fascinación de la gente sobre las estrellas de cine con la misma fascinación que antes tenía la gente con los aristócratas?

    Diste exactamente en el clavo. Con Anna Karenina, Tolstói a lo mejor no se dio cuenta de que estaba poniendo la lupa en los escándalos de la alta sociedad, juzgando a la gente por no jugar con las reglas.

    Es algo que nos gusta hacer como grupo de animales; ocasionalmente, alguien demuestra que es débil y tenemos que separarlo, convirtiéndolo en nuestra víctima. Tampoco sé por qué lo hacemos.

    En cierta forma, mi vida y la atención de mi pasado, por las razones equivocadas, resultaron una bendición porque me forzaron a no tener el más mínimo interés en perder mi tiempo en ese lado de la sociedad.

    No compro ni leo revistas de chismes porque fui una víctima de ellas. Y en una extraña forma creo que resulto una buena bendición.

    -¿Pero al menos entiendes a quienes quieren saber tanto sobre tu vida personal?

    Me sorprende por completo porque nunca tuve esa clase de interés en nadie y siento que estoy demasiado ocupado. No tengo tiempo de sentarme a leer un libro.

    Si me queda media hora para leer, busco una novela o algún guión. No me veo mirando revistas o diarios para escuchar lo que hace otra persona.
    Por eso me sorprende que alguien haga algo así. Y si lo hacen, por lo menos desearía que lean exclusivamente lo bueno (risas).