13/07/2025
12:55 AM

No es un capricho...

Cuando un niño muestra cambios en su apetito, inmediatamente te preocupas como padre ya que en tu mente se te vienen ideas como ¿estárá enfermo? o que pasa por una etapa de rebeldía. Descartando estas dos posibilidades, podemos hablar del verdadero problema que enfrentan los menores con los alimentos y éstos se deben a sus hábitos alimenticios.

Generalmente no existe una edad exacta cuándo empiezan a perder el apetito o ya no quieren la comida, pero las investigaciones indican que es más frecuente entre 1 a 5 años, ya sea porque no esté acostumbrado a nuevos alimentos u otros factores de orden psicológico de parte de los padres y el ambiente en que el niño vive.

    Cuando un niño muestra cambios en su apetito, inmediatamente te preocupas como padre ya que en tu mente se te vienen ideas como ¿estárá enfermo? o que pasa por una etapa de rebeldía. Descartando estas dos posibilidades, podemos hablar del verdadero problema que enfrentan los menores con los alimentos y éstos se deben a sus hábitos alimenticios.

    Generalmente no existe una edad exacta cuándo empiezan a perder el apetito o ya no quieren la comida, pero las investigaciones indican que es más frecuente entre 1 a 5 años, ya sea porque no esté acostumbrado a nuevos alimentos u otros factores de orden psicológico de parte de los padres y el ambiente en que el niño vive.

    “Esta edad no quiere decir que la falta de apetito no se presente en la edad escolar y recordemos que en la adolescencia esto también surge, ya que los jóvenes se enamoran y empiezan cambios que los hacen no comer. Enfocándonos en tu niño en edad de 1 a 5 años, no le podemos llamar una norma de rebeldía”, opina la psicóloga clínica Sandra Galindo de Aguilar, “cuando en realidad tiene mucho que ver con los modelos que tiene en casa, sus padres o las niñeras, tenemos que revisar sus hábitos alimentarios”.

    Muchas veces como padres nos quejamos de que los niños tienen que comer para estar saludables y ellos no quieren hacerlo, si pasamos por alto que el niño comió entre comidas, nos daremos cuenta que en verdad no tiene hambre y no es capricho. El menor se siente lleno y no comerá por obligación a la hora que tú quieras.
    “A raíz de este problema el niño se va poniendo más reacio porque lo quieren obligar a comer, entonces ahí sí podemos hablar de rebeldía, ya empieza su oposición porque hay una presión”, indica la psicóloga.

    Los padres

    Una de las causas de este problema es llevar como padre los hábitos alimenticios a los niños, es decir trasladarlos inconscientemente, si al padre no le gustan las verduras, no le dan a su hijo.

    “No es bueno que los padres se obsesionen con esto, en ningún momento el niño se va a morir porque un tiempo de comida no lo haga de la manera que normalmente están acostumbrados a hacerlo. Si el niño no tiene apetito en un tiempo de comida, no quiere decir que algo malo esté pasando, pero si esto persiste hay que llevar al niño al pediatra”, afirma y aconseja la psicóloga.
    A veces se ubica este problema dentro de la dentición, una etapa en la que el niño tiene diarrea, malestar, cólicos e incluso la pérdida de apetito, entonces hay que descartar las posibilidades de que sea ésto u algún otro problema físico. El padre o madre debe mantener tranquilidad porque como padres se transmite la ansiedad a los niños y se hace más grande el problema de lo que es. Ten en cuenta que siempre lo primero que debes hacer y que nunca falla es hablar con tu hijo, por pequeño que sea, él querrá escucharte y de alguna manera sabrá tenerte confianza para contarte qué le pasa y por qué no quiere comer.

    ACERCA DE LA COMIDA

    Que no se le sirva mucho en el plato.

    Si son muy pequeños que haga cinco comidas en lugar de tres.

    Si son más mayorcitos que hagan como merienda a media tarde o media mañana.

    Tiene que haber disciplina en estos horarios.

    CóMO PREVENIR

    Reflexionar los hábitos de los adultos acerca de la alimentación.

    Averigua la alimentación para los pequeños y puedes sustituir una comida por algo más agradable. Que encuentre que la hora de la comida debe ser una hora de paz, diversión. No le hagas preguntas de la escuela, hablen de algo más espontáneo.