12/05/2025
06:20 AM

¿Dónde está el límite?

'Mi hijo es terrible, no me hace caso y no entiende cuando digo no', son frases comunes de los padres de familia que comienzan a lidiar con las rabietas de sus pequeños.

'Mi hijo es terrible, no me hace caso y no entiende cuando digo no', son frases comunes de los padres de familia que comienzan a lidiar con las rabietas de sus pequeños.

En todo proceso de desarrollo hay un límite, pero también libertad, pues ningún ser humano puede crecer sin dar rienda suelta a sus impulsos, creatividad y curiosidad por descubrir de qué está hecho el mundo.

El problema es que los padres no siempre saben cuándo ponerle límites a sus niños y allí es donde viene la confusión de sentimientos.

El amor hacia ellos debilita a los padres

Según especialistas en sicología infantil, muchos padres no se sienten lo bastante fuertes para enfrentarse a sus propios hijos, pues el amor hacia ellos los vuelve consentidores, alcahuetes y hasta complacientes ante sus travesuras.

La sicóloga Martha Mejía dice que cada niño tiene que vivir sus etapas de desarrollo, es decir, que algunos de sus berrinches se consideran normales hasta cierta edad, por ejemplo, cuando son bebés y hasta los dos años su lenguaje para manifestar que están molestos o estresados por algo son las rabietas.

Cuando ya los niños pueden hablar y manifestar sus molestias y arman un berrinche sí hay que hacerles entender su error; papá y mamá tienen que explicarles con autoridad, pero con mucho amor que están molestos por su comportamiento y que deberán castigarlo por ello.

Seguridad

Lo importante a la hora de ponerle límites al niño es decirle la razón por la cual lo están haciendo y explicarle cuáles son las consecuencias si se sigue portando mal, explica el sicólogo Héctor Maradiaga.

Es necesario que ambos padres estén de acuerdo en la forma de educar a sus hijos, no es correcto que presenten desacuerdos frente a los niños, pues pierden autoridad y credibilidad y ellos creerán que tienen derecho a comportarse como quieran.

En un mundo complicado los límites dan seguridad y sentimiento de estar atendidos.

Es más fácil empezar a ponerlos durante la infancia porque el niño va creciendo con valores claros, como el respeto a sus padres, la noción de comportarse bien en todo momento y disfrutar de su libertad midiendo sus consecuencias.

Un niño que tiene espacio para expresarse en todos los aspectos de su desarrollo es una persona que sabrá entender dónde está el límite de las cosas.

Los niños necesitan ser guiados por los adultos y para ello hay que establecer reglas que fomenten su crecimiento personal.

Los límites se deben orientar al comportamiento, no a la expresión de sus sentimientos: se les puede exigir que no hagan algo, pero no que no sientan rabia, lloren o griten.

Consejo

No olvide

Nunca hay que humillar a los hijos a la hora de reprenderlos por su comportamiento.

Para tomar en cuenta

1. Atención

El amor de los padres hacia sus hijos y el poco tiempo que les dedican los lleva a tolerarles sus rabietas sin ponerles límite.

2. Explicación

Cuando se le dice no hay que explicarles el motivo, quizá no lo entiendan de momento, pero con el tiempo comprenden.

3. Berrinches

Cuando son bebés las rabietas se consideran como su único lenguaje para expresarse.

4. Regaños

A los hijos se les llama la atención, se les reprende con respeto y se les habla de acuerdo a su edad.

5. Valor

Los niños desde pequeños necesitan amor, pero también límites para que comprendan el valor de las cosas.

6. Tranquilidad

No se preocupe por los berrinches, ellos necesitan expresarse; siempre hay que vigilar hasta dónde son capaces de llegar.