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Desenfreno juvenil

  • 09 agosto 2008 /

¿Alguna vez usted, como padre de familia, ha pensado qué hace su niña cuando le pide permiso para ir a un concierto?

    ¿Alguna vez usted, como padre de familia, ha pensado qué hace su niña cuando le pide permiso para ir a un concierto?

    La llegada al país de famosos cantantes de diversos países, la euforia de la juventud, la influencia de la moda, la bebida y los “amigos” dejan al desnudo el otro lado de lo que sería un simple concierto, contestando la pregunta que al inicio le dejamos en el aire.

    En una noche normal, cuando los padres pensaban que sus vástagos se divertían sanamente, La Prensa se adentró en su mundo de diversión.

    Eran cerca de las nueve de la noche. Las altas temperaturas de la costa norte alborotaban los ánimos.

    Cientos de jóvenes acudían a la cita mientras transcurrían los minutos. En la puerta de ingreso, ninguna autoridad competente estaba presente, nadie solicitaba cédulas ni decidía si los asistentes eran aptos para entrar o no.

    Adultos y menores, sobrios y ebrios entraban por igual.

    Paso a paso

    El goce y el “perreo” en aquella calurosa tarde comenzaron antes del arribo de las “estrellas” al escenario.

    La música y la animación invitaban a desinhibirse a los muchachos y adultos que llegaron hasta allí.

    A medida caía la noche, entre la eufórica juventud un poco alcoholizada, decenas de niñas, de entre 14 y 18 años, y otras mayores estaban prestas a los llamados de los animadores, quienes organizaban concursos para entrar en ambiente.

    Los ánimos estaban prendidos y sólo faltaba el detonante.

    A la tarima

    En medio de los gritos y el resonar de los parlantes, donde la música sonaba a todo volumen, llegó la pregunta que todas esperaban.

    “Vamos a ver, vamos a ver... ¿Cuál de las chicas quiere subir a “perrear” con nosotros?”.

    Entre las voluntarias que subieron a la tarima iban jovencitas del público, otras aparentando mayor edad, eran edecanes o impulsadoras contratadas para el show.

    Fue ahí cuando el verdadero y deplorable espectáculo comenzó.

    Los sensuales movimientos y los ánimos caldeados por los efectos de las bebidas llevaron al frenesí a los “voluntarios del público”.

    El “toqueteo de las muchachas” comenzó. A cambio de eso, la más atrevida se hacía merecedora de una botella de licor.

    Así, una de las jovencitas, aparentemente menor de edad, subió al estrado a bailar, invitada por animadores que ambientaban el terreno fiestero.

    Las desnudan

    El pegajoso ritmo de la música y los movimientos a los que uno de los voluntarios sometió a una de las jóvenes lo llevaron a desabrocharle el pantalón.

    Subió la chica a su piernas y le halaba la prenda íntima. Un moreno que salió del público fue el primero en dar el espectáculo con la muchacha. Pero la fiesta no paró allí.

    Otra joven subió al estrado. Esta vez, ella misma se quitó su prenda íntima superior y luego, con la ayuda de otros “voluntarios”, fue bañada de cerveza, como en los concursos de camiseta mojada.

    Ante la mirada atónita de hombres y mujeres boquiabiertos, el ambiente seguía en calor; faltaba el “show” de las modelos, quienes con sensuales y muy provocativos movimientos, no dejaron nada a la imaginación.

    Sus cuerpos eran exhibidos sin pudor, mientras entre el público seguía el espectáculo. Otras jovencitas también se sumaron al “rebane”.

    A una de ellas le quitaron el pantalón, dejándola en ropa interior, y a otra la acostaron simulando con ella el acto sexual.

    Descuido

    Ninguna de las autoridades policiales o municipales presentes intervinieron para poner un freno al desorden, realizado sin control ni pudor, en lo que pudo ser un concierto normal.

    La gobernadora del departamento de Cortés, Sandra de Hernández, advirtió que no se permitiría en la zona ningún tipo de evento que denigre la imagen de la mujer, pero las gráficas presentadas en este reportaje demuestran que nadie acató la orden.

    Mientras se sigue debatiendo la conformación de un comité interinstitucional para velar por la protección de los menores y la regulación de estos eventos, la realidad es otra: los padres no saben dónde están sus hijos cuando salen; las autoridades lo saben, pero no hacen nada para hacer cumplir la ley.

    Nota de la redacción

    Desde hoy, LA PRENSA publicará una serie de reportajes de investigación sobre los excesos observados en muchos sitios visitados por jóvenes menores de edad y los peligros que esos excesos generan.

    Ante la desidia de las autoridades competentes en regular el ingreso de los muchachos a zonas que deberían ser prohibidas para ellos, este medio de comunicación, cumpliendo con su labor social de velar por el interés de la comunidad, expone la realidad de estos sitios y eventos; y como, sin restricciones, se ofrece alcohol, oportunidad de sexo y espectáculos obscenos a los menores de edad.

    El objetivo de los trabajos es llamar la atención de las autoridades, maestros, empresarios y especialmente de los padres de familia, para que vean con más cuidadao la participación de sus hijos en este tipo de espectáculos.

    A través de las publicaciones queremos crear conciencia sobre el rol que cada uno de los sectores mencionados debe desempeñar, con la certeza de que al lograr un sano crecimiento y desenvolvimiento de la juventud en un ambiente adecuado, aseguramos un mejor futuro para el país.