La riqueza histórica de nuestros pueblos es uno de esos tesoros que hay que valorar y rescatar del olvido.
Recorremos este municipio del sur de Lempira, las calles polvorientas nos muestran el abandono de sus autoridades, pero nos aprestamos a conocer parte de su historias.
Cololaca es una comunidad que surgió como la hacienda Cololaca en 1628. La fe invade a sus tres mil 395 habitantes, quienes viven intensamente su amor por la Virgen de la Candelaria, su patrona.
En medio de la fiesta de fe que viven domingo a domingo, sus habitantes también guardan anécdotas que han dejan una huella imborrable.
Álvaro Melgar, el celebrador de la palabra, es fiel testigo del pasado de su pueblo.
Hace un alto en sus actividades para relatarnos una de las tantas historias que ha vivido.
Retrocede en el tiempo y dice: “aquí hay mucha tela que cortar”, y de inmediato se sienta y cuenta que “el pueblo ha sido sufrido, siempre recordamos la guerra del 69, teníamos temor, estábamos solos y cuando nos dijeron que los soldados salvadoreños ya estaban en el pueblo, queríamos huir; pero como aquí estamos tan lejanos y sin medios de transporte el único refugio que encontramos fue nuestro templo y allí nos albergamos”.
María Luz Guardado muestra el cáliz, tesoro que defienden con fe. Foto Xiomara Orellana
La historia de este pueblo está ligada a sus tesoros religiosos y durante la guerra el cáliz de la iglesia fue robado.
Corría el mes de agosto de 1994, cuando llegó al pueblo un hombre. Lo primero que hizo fue buscar el templo y los feligreses pensaron que era un turista.
“Al entrar se arrodilló y estuvo varios minutos frente al altar”, dice don Álvaro.
Sin embargo, después se levantó y se dirigió a él para preguntarle quién era el responsable del templo.
“En ese momento le contesté que era yo, y de inmediato me dijo ‘hace 25 años estuve en este lugar, mi corazón no tenía buenas intenciones, hoy estoy aquí para devolverles el cáliz de oro que un día robé y que les pertenece’ eso es algo que nunca olvidaré”.
Álvaro cuenta que para ellos era raro que alguien regresara y enfrentara con valentía el error del pasado y devolviera lo robado.
“Es un gesto de honor, me sorprendí, y sobre todo valoré el arrepentimiento que mostraba aquel hombre, era el coronel que vino en 1969 con el ejército salvadoreño'.
Legado
Cololaca significa “animales de cola larga”, según la lengua de los lencas. Esta imagen muestra la escritura de Cololaca, que data de 1875.
En ese tiempo gobernaba Ponciano Leiva y el documento hace constar que Cololaca estaba conformado por 90 caballerías.
“Aquí está la historia de nuestro pueblo, este documento es sagrado y lo conservamos fielmente”, dice Álvaro Melgar.