La creciente criminalidad en América Central acarrea costos a la región equivalentes al 8% de su PIB, estimó el Banco Mundial, BM, en un informe divulgado ayer, que recomendó priorizar los programas preventivos a las políticas de “mano dura”.
Por el contrario, una reducción del 10% en la tasa de homicidios en los países con los niveles más altos de violencia, como El Salvador, Guatemala y Honduras, “elevaría el crecimiento anual del ingreso per cápita en hasta un punto porcentual del PIB”, señaló la entidad.
El costo de la criminalidad es de 2,291 millones de dólares para Guatemala (7.7% de su PIB), 2,010 millones para El Salvador (10.8%), 885 millones para Honduras (9.6%), 529 millones para Nicaragua (10%) y 791 millones para Costa Rica (3.6%), según el informe.
Más allá de los costos directos como daños materiales y discapacidades ocasionadas, el crimen aumenta los gastos en seguridad, administración de justicia, desestimula la inversión y es una “de las principales limitaciones para la productividad y el crecimiento”, señaló el Banco.
“Una tasa de criminalidad elevada perjudica el clima de inversión y desvía los escasos recursos públicos hacia el fortalecimiento del sistema policial en lugar de fomentar las actividades económicas”, señaló el coautor del informe, Rodrigo Serrano-Berthet, analista del BM.
Para poner en perspectiva la criminalidad en el istmo, el BM comparó la región con España: ambos tienen cerca de 40 millones de habitantes, pero los países centroamericanos registraron en 2006 unos 14,257 homicidios (casi 40 por día), mientras España sólo 336 (menos de uno por día).
Los principales catalizadores de la violencia son el narcotráfico (90% de la cocaína destinada a Estados Unidos pasa por la región), las pandillas y la “disponibilidad generalizada de armas”.