Fort Lauderdale, Estados Unidos.
Si no se hubiera dedicado a sacudir las redes con sus goles y forjar una carrera como futbolista, Rony Martínez, delantero de la Real Sociedad y de la Selección Nacional de Honduras, habría ocupado sus días experimentando con la tierra de su natal Colón.
Para algunos, el fútbol fue una salida económica; para otros, una vocación que tardó en explotar, pero que con el paso del tiempo rinde sus frutos.
Rony predica con el ejemplo. Es un hombre luchador, nunca se rinde y ve en el Mundial de Brasil su oportunidad dorada para demostrar que puede ser el “matador” de la Bicolor.
“Ser futbolista no es solo correr detrás de una pelota. Para mí es mucho más que eso. Es algo que me apasiona y llevo en la sangre”, dice Martínez.
Sus inicios en el fútbol no fueron fáciles. Llegó un momento en que no tener una oportunidad en primera división casi le trunca su sueño de niño, en el que se miraba defendiendo los colores patrios en la Copa del Mundo.
“Siempre miraba los mundiales por la televisión y quería algún día estar en uno. Hoy se cumplirá. No comienza mi sueño, empiezo a cumplirlo”.
Eso sí, sellar su pasaje a Brasil fue una tarea muy difícil. “Estar en el Mundial no ha sido fácil; es el fruto del esfuerzo, de mi trabajo, es un premio y se lo agradezco al profesor Luis Suárez. Siempre quise jugar en copas del mundo. Espero tener la oportunidad de hacerlo. Sueño con hacer uno o más goles”.
En su pueblo es un hombre querido. Una parte de su corazón se encuentra en esa parte de Honduras; también un pequeño trozo de su vocación lejos del balompié profesional.
“Si no hubiera sido futbolista, seguiría haciendo experimentos en la tierra. Algunos lo llaman especialista en ciencia y campos. Si algo aprendí, es que uno siempre debe mejorar. Yo lo hacía en el campo. Espero que me ayude en el fútbol. No darse por vencido es algo que me enseñaron desde pequeño”.
