Su figura espigada es protagonista. Su andar acapara los flashes de toda la prensa. Su cresta mohicana amaga con convertirse en una nueva moda.
Neymar es la mayor atracción del Sudamericano Sub-20 de Perú, torneo que brinda cuatro plazas para el Mundial Colombia 2011 y dos lugares para Londres 2012. Brasil descansa en sus botines. Con la 7 en la espalda, el juvenil destila talento e indisciplina en proporciones similares.
En su estreno con Paraguay, el Scratch se impuso 4-2 sobre los guaraníes. ¿Quién marcó los cuatro goles? Sí, adivinó: el niño maravilla, que se guardó lo mejor para el final.
El primero lo hizo de penal. En el segundo, a puro slalom, fue de afuera hacia adentro y definió a contrapierna. El tercero lo anotó de carambola y el cuarto redondeó su obra maestra: definió de emboquillada. Para llevarlo derechito a una exposición de arte…
El joven con presente en Santos es el futuro del fútbol brasileño. El garoto tiene 19 años que cumplió apenas el pasado 5 de febrero y se perfila como un proyecto interesante.
Para colmo ya está ratificando todo su potencial: más allá de los firuletes que llenan los ojos de los aficionados, el pibe llega al gol: se despachó con 57 en 112 partidos con su club.
Sus espejos son Ronaldo, Kaká, Robinho y Romario. “Trato de seguir los pasos de mis ídolos. Intento ver un poco de cada uno de ellos para sacar lo mejor de su juego. Son un ejemplo para mí desde que era chico. Pero siempre me gustó tener mi propio estilo”, aclaró.
Sin embargo, el delantero opaca sus cualidades técnicas con reacciones de nene caprichoso. Conserva una ambivalencia digna de un distinto.
Sus interminables fintas pierden fuerza ante comportamientos inauditos: gasta a los rivales y les contesta mal a los periodistas. Hasta llegó a despedir a Dorival Júnior, su antiguo técnico: jugando contra Goianiense, le negaron patear un penal e insultó a su entrenador frente a todas las cámaras.
Finalmente y como castigo, más allá de una multa económica que le impuso el club, el DT no lo iba a tener en cuenta para el próximo partido. Pero los directivos del Santos creyeron que era demasiado castigo y lo echaron.
Se la agarra con todos y contra todos. “Vení y jugá en mi lugar”, le contestó una vez a un hincha. Todavía tiene hilo en el carretel porque lo amparan sus magistrales cualidades. ¿Se le subió la mostaza a la cabeza? Seguro que nunca escuchó hablar de Reinaldo Merlo y su popular “paso a paso”…