19/09/2024
06:05 AM

La final

Didier Deschamps, el mediocampista y jefe francés, ahora convertido en director técnico, años atrás con el uniforme de la Juventus del calcio, horas antes de jugar una final europea señaló: “Las finales no se juegan, sencillamente se ganan o se pierden”.

Didier Deschamps, el mediocampista y jefe francés, ahora convertido en director técnico, años atrás con el uniforme de la Juventus del calcio, horas antes de jugar una final europea señaló: “Las finales no se juegan, sencillamente se ganan o se pierden”.

Sólo un peldaño, sólo un suspiro, sólo un gol errado o logrado, el último esfuerzo, eso puede definir al campeón, eso lo puede divorciar del segundo lugar, algo no cuantificable, sin color ni forma, apenas visible pero brutal y terrible, porque el ganador se lo lleva todo y al perdedor no le alcanza ni le llena todo lo logrado antes del último juego, el juego final, la posibilidad de la revancha apenas asoma, casi devorada por lo que significa volver a empezar, volver a una pretemporada, a enfrentar el número uno de los veintidós para llegar.

La final representa el momento más sublime en la vida de un jugador, de un entrenador, de un dirigente y de un aficionado, sólo superado allí mismo por la vuelta olímpica alrededor de un campo de juego mostrando al mundo la copa, ritual milenario inventado por los primeros atletas campeones.

A los del segundo lugar, desde este espacio libre, les digo son campeones, porque el éxito no es un destino, es un viaje, han tenido un comportamiento y un rendimiento de campeón, ahora bien, este espacio nace y muere cada jueves si lo lees posteriormente te podrá servir de apoyo sincero, pero si lo lees en esta fecha, aún tienes la maravillosa oportunidad de decidir cómo te quieres ver y sentir después del juego.

Sin duda alguna muchos están trazando, dibujando y señalando en una pizarra o en la mente, el recorrido y los circuitos de cada jugador en la cancha, cuál el es pensamiento estratégico de los dos entrenadores, para ello se valen de las estadísticas, de los resúmenes de los últimos enfrentamientos y de los análisis de los expertos, los cuales quedarán regados como papelitos después de que termine la fiesta, pero lo esencial será invisible a los ojos, porque es con el corazón que vemos correctamente.

La final esperemos que sea jugada por los jugadores, dirigentes, por los árbitros, por los entrenadores, por los utileros a ellos les pertenece, ojalá no sea jugada por la historia de las ciudades, de otras finales, de la falta de credibilidad en el fútbol hondureño, por las televisoras, por los políticos y sus apariciones, que la final sea jugada por el fútbol hondureño. Suerte