Ghana, cuarta finalista de un Mundial por primera vez, enfrentará hoy a Uruguay por un boleto en semifinales de Sudáfrica 2010 en Johannesburgo, confiada en su estilo de bonito manejo de balón, velocidad y potencia, que lo hacen el equipo más brasileño de África.
Último superviviente del continente en su primera Copa del Mundo de la historia, Ghana tendrá el apoyo de toda su región en el Soccer City por afinidad, pero también porque encarna el estilo de juego más bello del área.
“Somos un equipo especial. Cuanta más presión te impones, peor te irá”, asegura el volante Stephen Appiah, uno de los hombres más experimentados en el cuadro del serbio Milovan Rajevac.
“No tenemos nervios, cantamos, bailamos y reímos”, acota el centrocampista ofensivo, describiendo cualidades que desbordaban en Brasil en la Copa Confederaciones 2005, cuando Ronaldinho y Adriano encabezaban batucadas improvisadas.
A diferencia de Nigeria, Camerún o Costa de Marfil, que proponen un juego de mayor potencia por sobre la técnica para doblegar al rival, Ghana se ha destacado por el virtuosismo de sus jugadores. A Asamoah Gyan, máximo artillero de las “estrellas negras”, le encanta hacer una finta antes de ir hacia el gol.
Lo mismo pasa con Kevin-Prince Boateng, pura potencia pero con técnica fina. Sus defensas laterales suelen pasar al ataque, al mejor estilo brasileño, con John Paintsil y Hans Sarpei, mientras que sus centrales apuestan por salir jugando por abajo para sus medios.
Hasta incluso su portero Richard Kingson tiene un estilo fantasioso para despejar y salir rápido a cubrir los espacios de una defensa que muchas veces queda mal parada con un simple pelotazo, por estar adelantada.
“Estamos tranquilos y contentos por estar aquí, juntos y felices”, aseguró el ex Juventus de Turín.
Parte de esa filosofía de juego llegó con el aterrizaje en Ghana hace muchos años de Carlos Alberto Parreira, entrenador de Sudáfrica en este Mundial.
Cuando tenía 23 años y aún era preparador físico, Parreira tuvo su primera experiencia como técnico en tierra ghanesa entre 1968 y 1975, dirigiendo a las “estrellas negras” y al club SC Asante Kotoko. Con las “black stars” llegó a la final de la Copa de África de Naciones, CAN, de 1968. Su dominio a nivel continental, por éxitos previos, a Ghana le valió el apodo de “el Brasil de África”.
La presencia de Parreira en el país africano era parte de un acuerdo bilateral por el que Brasil comprometía su ayuda para el desarrollo del deporte en general, y en particular el fútbol. Ghana “tiene un equipo técnicamente muy bueno, es una potencia africana”, elogiaba hace años Parreira.