Siempre luchó para que las cosas salieran como él quería, porque tenía fortaleza, jugaba con obstinación, con los dientes apretados.
Con la pelota en sus pies, Antonio “Machangay” Amaya era un gambeteador fenomenal sobre las canchas nacionales...
Pero, ¿quién es él? Para muchos, un jugador que tenía talento; para otros, un jugadores que tuvo poca suerte para salir al extranjero porque era delgado y lo consideraban frágil a la hora de encarar un rival.
Sin embargo, “Machangay” se hizo popular por su juego en el famoso Sula y en Platense.
Era un exponente genuino del mejor potrero, como dirían los filósofos del fútbol.
Un mediapunta todoterreno que tenía talento sin límite. Escondía la pelota bajo su suela y nadie sabía para dónde iba a arrancar.
Así de sencillo era y se retiró del fútbol hace 15 años, luego de jugar en el Sula, el Troya y el Platense. Por eso, recordarlo hoy resulta justo.
Es una leyenda del fútbol hondureño. Vivió su infancia en los campos bananeros de La Lima, donde, por irse a jugar, sus padres lo regañaban porque dejaba la escuela.
“Desde niño mi pasión era el fútbol, lo bueno es que mi padre también lo practicó y eso me ayudó. Lo que pasa es que en varias ocasiones, por jugar, olvidaba mis zapatos en la escuela y me castigaban”.
Comenzó jugando en el Atlético Limeño en 1968 cuando el equipo pertenecía a la liga infantil. Posteriormente, en categoría juvenil, jugó para Los Ángeles de la misma ciudad limeña.
“A los once años años yo no podía dejar de jugar, porque era algo que me encantaba”.
En el Sula se forjó una imagen enorme.
“Con el Sula jugué casi 19 años y por eso mantendré que es el equipo de mis amores. Conocí a muchos amigos y a quien me dio a conocer”.
El ascenso
Por algo el Sula es el equipo de sus amores. Machangay asegura que el ascenso a la primera división en diciembre de 1983 marcó su vida futbolística.
“Nunca pensé llegar a la Liga Nacional, porque en el tiempo que logramos esa hazaña, yo trabajaba y en el fútbol no se pagaba mucho dinero”.
El Broncos intentó llevárselo, pero le ofrecieron 65 lempiras mensuales y jamás aceptó.
“Me daban muy poco porque, en la empresa bananera donde laboraba, los 65 lempiras los ganaba en una semana”.
Con el Sula jugó más de diez temporadas.
“Otra cosa buena fue clasificar a la pentagonal de la mano de un gran equipo. Demostramos por qué el Sula estaba en primera división”.
Matamala, un enemigo
Pero ese buen momento se vio truncado por el técnico Néstor Matamala, quien lo sacó del equipo por decir la verdad.
“Matamala me dijo que era indisciplina, pero siempre fui directo para hablar y eso no le agradó. Desde ese momento siempre tuve problemas”.
Hoy en día, ya no hay arrepentimiento por nada. “Me separaban del equipo, pero siempre me buscaban”.
El Troya es otro club donde Machangay mostró su talento.
“Mantengo recuerdos bonitos. Estando en ese equipo me llamaron a una selección juvenil, lástima que no continué porque en aquel tiempo intentaron bajarme la edad, pero no fue posible, porque me vine de Tegucigalpa junto al Flaco Reyes”.
En su carrera futbolística también hay momentos amargos.
En 1987 estuvieron a punto de ser campeones.
“Jugábamos contra el Victoria, antes de ir al juego no pude viajar a La Ceiba, pero la sorpresa es cuando ocho de mis compañeros regresaron y les pregunté qué había pasado. Me respondieron que hubo unos problemas, ya que intentaron separar a Mario Bustillo y a Hernán García y por eso se vinieron. Al final de todo hubo mano negra y preferí no meterme”.
Machangay
Su sobrenombre le ayudó a cobrar protagonismo. Surge como el de cualquier famoso.
“Este apodo lo tengo desde que estaba cipote, recuerdo que en aquellos tiempos un amigo que se llamaba Javier Salinas me puso Machangay porque en ese entonces florecía el ferrocarril de los campos bananeros y le pareció que yo era como una locomotora, porque cuando jugaba era rápido. Hoy la gente me recuerda así”.
“Machangay” dijo adiós al fútbol en 1991 justo cuando el Sula estaba en segunda división.
“El fútbol ha cambiado, pero considero que en mi época estuve entre los mejores. Incluso, mucha gente me dice que a esta altura sería millonario, porque me entregaba en la cancha, algo que no pasa en los clubes actuales”.
Cuando el Sula descendió en 1990, Machangay ya tenía dos meses de estar fuera.
Quiso volver, pero fue inútil.
“En el último juego, el profe Enrique Grey me dijo que volviera, pero no me arriesgué porque no estaba en forma”.
A partir de esa etapa, “Machangay” Amaya estaba en el ocaso de su carrera. En 1991 decidió cerrar su faceta futbolística.
Viajó a Estados Unidos y regresó después de tres años para establecerse sin ligarse al fútbol.
“Juego con la liga de veteranos de La Lima para el Hibueras”.
Hoy tiene su trabajo propio.
Es vendedor de pan y está dedicado por entero a su nueva faceta.
El fútbol es parte de su pasado glorioso, ya que sólo tiene vocación para estar dentro de la cancha.
Grandes recuerdos
Ascendió con el Sula el 22 de diciembre de 1983 al vencer al Independiente 3-0 en Estadio Morazán con goles de “Machangay” Amaya, Edmard “El Buitre” Duarte y Carlos “El Sureño” Aguilar.
Cuando jugó con el Platense anotó apenas un gol, pero significó la salvación del equipo porteño del descenso al ganarle al Victoria 1-0 el 17 de septiembre de 1988.
En su carrera anotó nueve goles, ocho con el Sula y uno con Platense.
Le anotó cuatro goles al Victoria, dos al Marathón y al Platense y uno al Real España.
Nombre: Antonio Amaya López
Edad: 51 años
Apodo: Machangay
Trayectoria:
• En ligas menores inició en el Atlético Limeño y Los Ángeles
•Segunda división con el Troya en 1977
•Ascenso con el Sula (1977-80, 1984-87 y 1988-1990)
•Platense (1988)
•Sula en segunda división en 1991
Frases
“Me siento feliz por lo que soy, voy al iglesia y me dedico a mi
familia. El fútbol es algo que siempre llevaré en mi sangre”.
“Muchos me dicen que si tuviera unos 20 o 25 años sería mejor
que quienes hoy están activos. Pero lástima que estamos en
otra época”.
“En mi época nunca se dieron las oportunidades de salir al extranjero, porque no había tanto mercado como hoy”.
“No vivo de los recuerdos, simplemente la gente me recuerda
y me toca hablar de fútbol. Siempre me han conocido así”.
Aparte...
“Recuerdo las frases que nos decía el técnico Gonzalo “El Loco” Ortega: para jugar había que tener sangre de gallo. Un ejemplo en la actualidad es el Marathón que tiene un gran equipo, pero en vez de mejorar se están sacando los trapos al sol.
El fútbol es más comercio que otra cosa”.
Publicaciones
En las páginas de LA PRENSA quedaron registradas algunas de las mejores jugadas de “Machangay” Amaya durante su carrera deportiva.
Sula y “Machangay” son historia, pero ambos quedaron, por sus logros y desaciertos, en la memoria de los hondureños.
Potencia, fuerza y ubicación sobre la cancha caracterizaron a esta gloria del fútbol nacional.