Mientras discutían, entró una niña dispuesta a coser. Tomó la aguja y comenzó a trabajar, pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja.
Es cierto que para buscar el bienestar del prójimo hay que asegurar el propio. Si la autoestima anda por el suelo o si no nos preocupamos por nosotros mismos.