He aprendido que no hay herramienta más valiosa que la calma consciente en medio del caos. No se trata de resignación ni de apatía, sino de una presencia serena que nos permite observar.
En instantes todo se vino abajo. No lo anticipé. Un día supe que doña Elsa tendría un niño. Días después, en la mañana, la terrible noticia que había muerto de parto.
De ahí que, por aquello que uno se casa para ser feliz, no para aburrirse ni amargarse, la pareja debe, además de ejercer junta la paternidad, además de ser esposos.
El renacer, como proceso, requiere que nos demos el espacio necesario para hacer una pausa. Para mirar hacia dentro y preguntarnos, ¿qué necesito soltar para avanzar con más ligereza?