Pero la tecnología no reemplaza la experiencia de quien ha amado, sufrido, esperado y perseverado. El papa Francisco fue una de las voces más firmes en recordarlo.
Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.
Por ejemplo, el versículo 2 dice que el orgulloso terminará en la vergüenza, y que el humilde llegará a ser sabio. Y el versículo 5 dilucida que cuando somos honrados.