Las relaciones de amistad son cruciales para el desarrollo integral, aseguran especialistas. Aspectos como la sociabilización, la empatía, la confianza, la confidencialidad, la seguridad e inclusive el autorreconocimiento se refuerzan mediante estos vínculos afectivos.
“Cuando nos vamos desarrollando, vamos estableciendo vínculos que nos permiten entender el mundo donde vivimos, sentirnos acompañados y queridos”, explica Karla Elizabeth Urriola González, líder de la Oficina de Género y Comunidad Segura del Tec de Monterrey, México.
En este sentido, Cynthia Peña Patiño, académica de la Universidad La Salle, asegura que las relaciones afectivas de amistad son cruciales para la consolidación de una red de apoyo más allá de la familiar.
“Permite compartir tanto valores como ideales, es decir, van a poder platicar sus inquietudes, sus angustias y van a recibir una retroalimentación”, complementa. Empero, no todos los vínculos de este tipo son sanos, concuerdan ambas expertas.
Existen amistades que en lugar de propiciar un crecimiento lo limitan, agrega Urriola González, pues impiden a la otra persona ser auténtica y actuar bajo su libre albedrío.
“En las amistades tóxicas se deja de crecer. No hay empatía o asertividad y se busca el beneficio individual mediante el control y el chantaje, ya que regularmente se manejan desde el yo: yo manipulo, yo controlo, yo necesito”, precisa.
Lee: Columna de Gaby: De cuadrada a ovalada
¿Cómo inician? Comienzan con comportamientos pequeños que pasan desapercibidos o son ignorados, pero con los que se busca ejercer un dominio sin considerar las necesidades ni los sentimientos ajenos.
Programar las reuniones a conveniencia y llevar un control de las interacciones con otras personas son ejemplos de conductas tóxicas. A juicio de Peña Patiño, también las distingue un estilo de comunicación pasivo-agresivo.
“Se pueden (.) hacer comentarios cuya finalidad es juzgar al otro y hacerlo sentir mal”, enfatiza. Sentimientos de ansiedad, así como el abandono de proyectos personales, la falta de apetito y el insomnio son algunas consecuencias de estos vínculos negativos.
“Las amistades tóxicas van dañando la autoestima, la confianza y la seguridad (...), esto puede ocasionar que no se pueda reconocer el valor del trabajo propio”, señala.
¿Cómo distinguirlas? Se deben analizar las situaciones cotidianas y cómo se desarrollan. “Cuando hay peleas, regularmente hay enojo y tristeza. Es importante voltear a ver cómo es el trato en esas situaciones: si hay gritos, humillaciones, señalamientos, transferencia de culpa”, ejemplifica.
Por otra parte, Peña Patiño sugiere identificar si la comunicación es efectiva, si hay inseguridad o temor de expresar ideas u opiniones para evitar desacuerdos o si existe un afán de manipulación en los mensajes y las intenciones ajenas.
“Debemos dejar de idealizar y romantizar la amistad; un vínculo afectuoso no debe rebasar los límites personales ni implicar soportar situaciones incómodas”, añade.
También: ¿Cómo cuidar la economía en las vacaciones?
¿Y SI ERES TÚ?
Aunque no lo hagas de manera intencional, algunas de tus acciones pueden dañar a quienes te rodean.
Los pasos a seguir para evitarlas dependen de la dinámica tóxica que se tenga.
- ENVIDIOSA: hay que empatizar con las demás personas.
- AUTÓCRATA: se aconseja aceptar y trabajar en la propia seguridad.
- MANIPULADORA: se debe cultivar el reconocimiento y la regulación de todas las emociones.
- NEGATIVA: hay que esforzarse en ver lo positivo para no instaurarse en la queja.
ROMPE CON LOS VÍNCULOS
- Reflexiona sobre cómo te sientes cuando estás a su lado.
- Sé una persona asertiva y traza límites.
- Exprésate con claridad y seguridad.
- No hagas algo con tal de quedar bien.
- Refuerza tus redes de apoyo y evita aislarte de ellas.
- No dudes en buscar apoyo profesional.